Hoy el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) anunció que abrirá al público La danza de los espectros, una muestra compuesta por el trabajo de cinco artistas plásticos surrealistas: Remedios Varo, Leonora Carrington, Alice Rahon, José Horna y Wolfgang Paalen. La muestra incluye 116 obras entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos que dejan entrever cómo trabajaban, qué lugar tenían la realidad, el mito y la quimera en sus obras, cómo era que unos intercambiaban y se influenciaban entre sí.
La exposición, curada por Gonzalo Ortega, y que el MARCO realiza con la colaboración del Museo de Arte Moderno, se exhibirá en la primavera de 2014. El nombre de la muestra hace referencia a un escrito de Antonin Artaud quien llegó a México, en 1936, en busca de las resonancias de lo ancestral.
“La exposición refleja cómo estos artistas estuvieron inmersos en México; al pasar ves que son surrealistas, sí hay influencia de México, pero en los temas nada más. En el modo de pensar, en su propuesta estética, no. Ellos, al llegar, ya traían un bagaje intelectual, se reúnen como comunidad y tienen también una relación muy importante con la comunidad de artistas. En México se topan con un universo y es un caldo de cultivo muy importante para sus obras”, explicó Gonzalo Ortega.
El MARCO reunió, en cuatro salas de la planta baja, a cinco de aquellos creadores que migraron a México en medio de los años de la II Guerra Mundial.
La exposición está dispuesta en los módulos Escenografía y Paisaje Psíquico, Bestiario Onírico, Cotidiano Extraño y Alquimia o Introspección. Tiene grandes ejemplos para hablar de cada uno de estos conceptos.
Así, por ejemplo, la relación entre el paisaje y la arquitectura es palpable en las obras Roulette y El flautista de Remedios Varo, en sus “arquitecturas imposibles”, como lo dijo el curador.
Paalen y Rahon, quienes fueron pareja, permiten ver la presencia de contextos más naturales; sus pinturas aluden más al paisaje. De Paalen, en particular, hay también muchas obras que entran en los terrenos de la abstracción.
El curador habló de Rahon así: “Eran muy inteligente y sensible; hasta cierto punto fue opacada por otras artistas como Carrington, Varo y Frida Kahlo. Fue muy amiga de Frida”.
En el Bestiario Onírico, se aprecian seres híbridos, quimeras, no sólo antropomorfos. Entre otras piezas, las esculturas y pinturas de Carrington como Reflejo en el oráculo aluden a lo mágico que es también una revelación.
Aquí mismo, está la pintura de Varo, Creación de las aves, obra que se refiere a cómo ciencia y magia dan pie a nuevos artes.
En el caso del núcleo Cotidiano Extraño aparecen, entre otras obras, esculturas de Horna, como la de la cuna que haría para su hija, la cual es la única pieza utilitaria que él hizo, y es también uno de esos singulares ejemplos de trabajos compartidos entre los surrealistas porque está adornada con dibujos de Carrington.
En el área de la Alquimia o la Introspección conviven piezas como el Orfeo de Paalen, un ejemplo de la técnica de fumage y del rescate de un mito griego para expresar un sentir muy personal y mostrar cómo ese mito continúa vivo.
La exposición resalta el contexto cultural que representó México para que estos creadores encontraran un ambiente propicio donde expresar su arte y permite volver a reconocer las características del surrealismo.