Tocar fondo no es algo necesariamente malo, probablemente dañino, pero no malo en su totalidad; sentir cómo poco a poco tu ser se consume a sí mismo en un grito de desesperación puede dar inicio a procesos inusitados en tu quehacer diario, sólo es cuestión de tener un enfoque puntual para que no caigas en el descontrol. Un psiquiatra español, Francisco Alonso-Fernández (Catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y Director del Instituto de Psiquiatras de Lengua Española), ha dado seguimiento desde 1985 a un modelo de estudio para comprobar que la depresión no anula la creatividad, sino que, incluso, puede incrementarla.
Según palabras del especialista, la depresión no quiebra al instinto creativo, por el contrario, puede transformarlo dependiendo en quién incida, pues en ciertos humanos estos rasgos de personalidad facilitan la eclosión de la genialidad porque hacen que el sujeto en cuestión entre en contacto extremo con su alrededor en son de lucha y observación (contrario a lo que se cree).
Este investigador español, dando rienda suelta a su imaginación y curiosidad en la misma disciplina que él tanto promueve, ha llegado a una conclusión que quizá no sea reveladora pero sí esclarecedora para el arte ibérico y sus estudios interdisciplinarios: Goya sufría de depresión y esto le hizo tanto cambiar de estilo como entrar en contacto con un genio jamás antes visto en su obra.
Desde una perspectiva clínica, Alonso-Fernández ha dictado definitivamente que en Goya la enfermedad depresiva jugaba un papel primordial, reconocible en la pintura del maestro español, altamente atormentada y caracterizada por temas o colores que simbolizan la violencia, la desorganización y la desfiguración.
El personaje de Francisco Goya y Lucientes ha sido clave para la investigación del reconocido psiquiatra de tal manera que, de hecho, a ese proceso gradual entre estadios de la tristeza profunda y sus consecuencias le ha llamado “el enigma Goya”, es decir, saltos y transformaciones de personalidad que se reflejan en la acción siempre cambiante del hombre, en este caso: el estilo nunca definido del pintor.
Rastreable en la vida y obra del genio que detalló los aquelarres, se ve en sus primeros años como artista una inseguridad tremenda, siempre subyugada al dominio o gusto de los demás y con algunos tintes barrocos que presienten la inminente llegada de la depresión absolutista.
De acuerdo al seguimiento que se le ha hecho al trabajo y existencia de Goya, se han distinguido cinco crisis depresivas que comprendieron un periodo que va de sus treinta años a los 45, con fuertes consecuencias hasta su muerte; de las fases mencionadas, la cuarta es la verdaderamente decisiva para que el artista se vea seducido por la imagen tétrica, sanguinaria, mística y monstruosa. Para su último gran conflicto interno, el pintor español, independientemente de su éxito y un tanto ofuscado por el mismo, ya se encuentra sumido en la pintura negra, la muestra materializada de los enormes sufrimientos y catástrofes en su corazón.
De todo este escenario trágico, lo que podemos rescatar, siguiendo los planteamientos de Alonso-Fernández, es que el arte de Goya se muestra por vez primera original y fiel a los instintos creativos de su autor, quien, tocado por las sombras del dolor, se ve en un momento de excitación psicomotriz, inquietud y ansias prolíficas.
¿Por qué? Pues por la simple razón de que en una negritud tal como en la que vivía este genio, ese sentimiento de pérdida hace que se transporte dicho mundo interno a las vivencias de la Tierra común; es como si esa tristeza irremediable fuera el motor para seguir transformando la realidad. Eso le ocurrió a Goya y precisamente fue lo que le dio una forma característica a su obra y la hizo trascendente para la humanidad.
Alonso-Fernández sigue hasta el día de hoy con sus estudios sobre la correlación entre genialidad y depresión; conforme a sus resultados, existen cuatro dimensiones en las que se mueve nuestra creatividad:
1. El estado de ánimo, que es el sufrimiento por sí sólo.
2. La anergia, que es falta de impulsos.
3. La discomunicación, que es la incapacidad de encajar con el entorno.
4. La ritmopatía, que es la desregulación de los ritmos.
Dependiendo de ellas y sus múltiples conjugaciones es que cada uno de nosotros puede presentar una depresión pasiva o una que exalte nuestra creatividad, ¿en cuál crees estar justo ahora?
***
Te puede interesar:
Goya y el inicio de la pintura contemporánea
Goya y la obra más creativa de la historia
**
Referencia:
La Nación