Hay quienes afirman que el ser humano se encuentra en la etapa de mayor narcisismo de la historia. El sueño de la trascendencia tecnológica nos ha convertido en monstruos cuyo fin único es demostrar nuestra falsa magnificencia a través de las redes sociales, viviendo en una mentira que cada vez se hace menos evidente. El egoísmo nos ha llevado a darle demasiada importancia a nuestra imagen física y digital, así como a la percepción que los demás tienen de nosotros.
Como sátira a este inevitable fenómeno, Tristan Pigott realizó una serie de obras que evidencian la ansiedad constante en la que vive la sociedad moderna, por medio de una extraordinaria mezcla de realismo y surrealismo pictórico: “Mis pinturas tratan de convertir el ego en una imagen mediante la yuxtaposición de figuras pintadas de forma realista ante un telón de fondo surrealista; le doy un toque satírico al narcisismo asociado al retrato”.
Este joven pintor inglés toma escenas cotidianas de la actualidad y las plasma en una composición abstracta, burlándose de los gestos y expresiones que hacemos en público para hacernos sentir aceptados, mostrando una personalidad poco auténtica. Pigott utiliza el realismo para que el espectador se sienta más fácilmente identificado con las escenas y se evidencie frente a sus ojos lo erróneo de nuestra forma de relacionarnos, es un espejo que nos echa en cara nuestros vicios.
En varias obras, los mismos sujetos se repiten realizando diferentes acciones; esta forma multifacética de representar a los mismos personajes hace alusión lo cíclico de la vida, y que cada una de nuestras acciones nos hace ser quienes somos y formar el mundo en el que vivimos. Aquí te presentamos parte de sus pinturas más representativas, puedes consultar sus obras completas en su página.