La impotencia de ser mujer y vivir el atropello de cualquier derecho no sólo pasa en México y mucho menos es un mal de la actualidad, durante años, los derechos femeninos han sido pisoteados, ultrajados o simplemente ignorados. En el Renacimiento italiano, poco después de que Dios fuera el único motivo para que los seres humanos vivieran, sin la religión como el poder central que regía el mundo, aún la impunidad era uno de los principales males de la vida.
Al parecer, si una mujer denunciaba con premura algún acto ilícito en su contra, el único castigo para el agresor era ser visto con desprecio. Artemisia Gentileschi, una de las pintoras más importantes de todos los tiempos, creció con la sabiduría de su padre Orazio Gentileschi cuando a los 12 años su madre murió. Él, también pintor, le enseñó las técnicas del claroscuro que antes había puesto de moda Michelangelo da Caravaggio.
Con un estilo único que aplicaba los principios del tenebrismo a sus lienzos, conoció al duque Cosimo II de Médici, la duquesa Cristina, era amiga de Galileo Galilei, Buonarroti, el joven sobrino del gran pintor del Manierismo, era su admirador. La joven quería continuar su aprendizaje, pero las instituciones artísticas no la aceptaban sólo por su sexo.
Artemisia, la joven talentosa que era capaz de reproducir con maestría la técnica aprendida, mostraba el talento que muchos pintores hubieran anhelado poseer, pero eso no fue suficiente para ser feliz. A los dieciséis años todos conocían sus dotes artísticos y con la única motivación de que la joven aprendiera más, su padre la cedió en custodia a su amigo Agostino Tassi.
Sin embargo, el talento de éste ni siquiera era igual al de Artemisia. Agostino Tassi, el hombre que parecía amable y carismático, amigo íntimo de la familia, colega del padre de la joven, se aprovechó de la manera más vil e inhumana de ella. La violó, traicionó a su mejor amigo y aseguraba no haber hecho nada. Para vengar a su hija, Orazio le escribió en 1612 al pontífice Pablo V para lograr un castigo: “Una hija del suplicante ha sido desflorada a la fuerza y conocida carnalmente muchas veces por Agostino Tassi, pintor, amigo íntimo y colega del suplicante”.
El juicio fue quizá más traumático que el mismo hecho. Relató con crudeza los hechos, fue sometida a exámenes casi medievales para saber si lo que aseguraba era cierto. La humillaron y le aplicaron instrumentos de tortura en los dedos para probar que decía la verdad.
El pueblo hablaba sobre uno de los escándalos del arte más sonados. Por siete meses hubo un juicio que hizo aún más polémico el caso. Durante el interrogatorio se descubrió que Agostino era un criminal bastante escurridizo y cometía delitos a su paso. La inocente Artemisia aseguró que su maestro la había forzado a tener sexo y para que no hablara, le había prometido casarse con ella y así compensar su crimen. Pero el hombre no cumplió ni cumpliría su palabra.
Como un cobarde, intentó dejar atrás a Artemisia, le robó una pintura con la escena de Judith y Holeofernes, la que, como una burla para la joven, cuenta la historia de una guerrera que salva a su pueblo de las manos enemigas cuando seduce al terrible comandante que invadiría su cuerpo, lo emborracha y después le corta la cabeza. Cuando interrogaron al hombre, lo negó todo, pero los testimonios de la gente allegada confirmaban su oscuridad.
El pintor Giovanni Battista Stiattesi declaró que Agostino Tassi era un pintor con carácter violento y bastante peligroso. Relató las andanzas del acusado, quien tiempo atrás había contratado a unos sicarios para que asesinaran a su esposa que le era infiel —a pesar de que él la había engañado con su cuñada—. Pese a todos los testimonios, el acusado sólo fue condenado a un año de prisión y la sentencia ni siquiera fue cumplida, a los ocho meses caminaba con parsimonia por las calles de Roma.Cuando salió, el artista continuó su trabajo como pintor, y como si el destino fuera ventajoso, a partir de ese momento recibió los trabajos más importantes de su carrera, como la decoración de familias aristócratas. Continuó siendo un degenerado hasta el final de sus días, una prostituta lo acusó de haberla mordido, golpeado un ojo y robado el interior de su hogar.
Pero la libertad del pintor no fue tan cruel como lo que su propia familia lo fue con la joven. Su padre y Agostino volvieron a ser amigos inseparables e incluso trabajaron juntos.
Artemisia se convirtió en una de las artistas más destacadas y una de las pintoras más importantes de todos los tiempos. Fue la primera mujer miembro de la Academia di Arte del Disegno de Florencia. Pintó otra obra de “Judith decapitando a Holeofernes” y en ésta, muchos especialistas aseguran que muestra el odio y la repulsión que al final sintió por Tassi.
Se casó con un joven pintor llamado Piero Antonio Stiattesi, tuvo cinco hijos y en realidad vivió serias dificultades económicas a pesar de su talento. Muchos la apreciaron con gratitud, como el Virrey Duque de Alcalá. Se separó de su esposo y continuó su pintura. Vivió sus últimos años en Nápoles, donde su pista se perdió. Es probable que haya muerto en la plaga de 1656 que azotó a esta ciudad. Muchos aseguran que es la única mujer que supo algo sobre pintura y empaste en algún punto de su existencia. Su vida acabó y muchos ni siquiera la recordamos, pero Artemisia Gentileschi es una de las mujeres más importantes en la historia del arte.
La impunidad con la que vivió el pintor es inaudita, sobre todo porque una figura pública y con credibilidad lo denunció. Muchos otros artistas que sí tenían talento también pisaron la cárcel. Aquí algunos de ellos.
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