¿Te imaginas a Mick Jagger, Keith Richards y el resto de los Rolling Stones interpretando a los drugos en “La Naranja Mecánica”? Esto estuvo a punto de pasar cuando Jagger empezó negociaciones para adaptar el libro. La dirección correría a cargo de John Schlesinger, que ya había realizado buenos trabajos como “Midnight Cowboy”. Sin embargo, Kubrick se le adelantó con cierto desinterés tras perder la esperanza de filmar la vida de Napoleón Bonaparte; y fue su genialidad la encargada de llevar al séptimo arte el libro de Anthony Burgess.
Los Stones le habrían dado su toque excéntrico, eso sin duda, pero Kubrick tenía mucho más que ofrecerle a tan polémica obra. La volvió prohibida, ridiculizada y, finalmente, alabada por el mundo cinéfilo que se rindió a sus pies. Pero hubo algo más. La percepción del arte y su combinación con el discurso de la película generó que la perversión y la violencia se trasladaran a las piezas de arte; tal vez Schlesinger junto a los Rolling no habrían logrado tal resultado.
Kubrick era un amante de las artes al igual que Alex DeLarge, personaje principal. Así que no hubo mejor unión para arrojar a nuestros ojos el arte moderno y su belleza. La brutalidad en interiores y exteriores hizo que esta película se viera aún más intensa.
El director siempre fue un obstinado fanático de los detalles, por lo que encomendó que la dirección de arte fuera impecable. Fue justo lo que le dio ese característico toque a la película que refuerza la violencia con la que Alex se desenvuelve en toda la trama, así como la perversión, la lujuria y el deseo. Destacan las pinturas banales, esculturas eróticas y blasfemas, al igual que los paisajes arquitectónicos que nos enloquecen. Recordemos el puente en donde golpean al hombre en medio de la noche. ¿Te imaginas un lugar mejor para ese enfrentamiento? No hay otro espacio que muestre mejor el brutalismo arquitectónico que proporciona el filme usado el contraluz, los rostros sarcásticos y los largos pasos lentos aproximarse al hombre. Estos encuadran la humedad y el frío que provoca la escena.
La casa de Alex tiene los pisos pintados de dorado; muebles con colores intensos y saturados; las paredes revestidas en cromo y decoradas con pinturas de Joseph Henry Lynch. Su casa parece ser tan banal como cualquier otro lugar en el mundo a mediados de los 70. No hay una verdadera aceptación de lo que ocurre alrededor, más bien, la familia de Alex tiene puesto un disfraz de armonía. La casa es sinónimo del desinterés y falta de compromiso.
Contrario a esto, la recámara del drugo mayor irradia tranquilidad. El blanco en las paredes pareciera ser una pausa a todo el caos exterior. Una pintura de Cornelis Makkink se ve colgando de la pared sobre una escultura de su hermano Herman, “Cristo Ilimitado”. La habitación de Alex es un retiro en luz blanca a través de las cortinas mientras suena Beethoven. Es claro que la habitación del personaje no es más que un refugio total de la banalidad exterior.
Desfachatez, lujuria y blasfemia conforman la personalidad de Alex, pero en su recámara se neutralizan para aislarlo del mundo. En la casa de “Cat Woman” hay otra escultura que ha sacado risas y sorpresas entre los que ven este clásico del cine: el falo “Rocking Machine” que refleja el deseo de Alex y compañía, características que usa para matar violentamente. Alex y Kubrick utilizan el arte para expresar su repulsión hacia la sociedad reflejando su propia brutalidad en la lujuria y deseo sexual; finalmente, es un joven de 15 años.
… la previa ocupación (casi total) del arte moderno con el subjetivismo ha llevado a la anarquía y […] la noción de que la realidad sólo existe en la mente del artista, y lo que las almas más simples habían creído durante tanto tiempo como realidad, es solamente una ilusión …
– Stanley Kubrick
Es probable que la adaptación de los Stones no fuera tan profunda y tan artística como la de Kubrick. El giro que pudo tener la película no le habría permitido sumergirse en la personalidad de Alex y todo a su alrededor. Tal vez solo hubiera sido una película diferente más, con poco en qué profundizar y sin todo el trabajo artístico que el cineasta neoyorquino consiguió.
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Referencia: filmandfurniture.com