“Sueño con pintar y luego pinto mis sueños”.
Vincent Van Gogh
No cabe duda que la noche es una ligera brecha de espacio que se abre entre la intensa lucha de la realidad y la imaginación. Vincent Van Gogh pinta la noche como una delicada y fina manera de transcender la realidad que lo rodea. Su creencia, su historia familiar, su vida y cada uno de sus delirios quedan impregnados en la memoria colorida y triste de sus pinturas; son los pinceles quienes le ayudan a recrear, en la oscura y estrellada noche, la realidad perenne que lo rodea, de la quiere escapar.
Un cuadro que nunca alcanzó a pintar por completo fue el de su propia historia; una infancia matizada por la fuerte religiosidad de sus padres, el sofisticado status al que pertenecía y la emotiva percepción de la vida con sus ilusiones y decepciones, los errantes amoríos de la juventud y la herida mortal que acarreaba por años en el corazón, estos detonantes fueron una pieza clave en el intento de Vincent Van Gogh por re descubrir el sentido de la vida a través del arte.
Animado por su deseo de estudiar y aprender arte para transmitir felicidad a través de la pintura, busca retratar lo recóndito de la vida y todo lo que en ella sucede. Las personas, la naturaleza, el trabajo, los animales, el cielo, y todo lo que la hace especial, que la hace pura e intocable, inalcanzable en su estado de perfección.
Pero no cabe la menor duda que las noches pintadas por Van Gogh guardan ese escéptico deseo de ocultar la tristeza de la realidad. El olvido, la memoria, las desilusiones y el estrecho abismo entre la lucidez y locura que se pierden entre los tonos oscuros, dulces y sombríos que emplea a la hora de pintar una noche.
Tonos con luminosidad decadente, puestas de sol, colores que se mezclan entre sí y que pierden fuerza, logrando dar esa sensación que el día declina y abre paso a la noche.
El exquisito juego de Van Gogh y los colores denotan su gran habilidad para despertar en el espectador ese juego inherente del día y la noche. El contraste de la vida.
El inefable retrato de una esperanza que busca dar color a la existencia, y que intenta hacer más llevadera la vida y la historia.
Las noches de Van Gogh detonan ese efímero lapso de tiempo que separa la vida de la imaginación.
Sin duda alguna, ese intocable camino que yace allí esperando ser recorrido por alguno de nosotros. El paso que nos lleve a descubrir ese lado oculto de nosotros, esa puerta cerrada, esa intrínseca curiosidad por saber el origen de toda magnánima belleza, del inevitable delirio y de la profunda muerte en la inmensa nada de todo lo que nos rodea.