La imaginación es una capacidad que si no se alimenta se puede perder para siempre. También es un privilegio al que no todos logran acceder. Los niños extienden sus dominios en ella, no necesitan esforzarse demasiado; son capaces de crear mundos increíbles con palabras y juguetes que a algunos adultos parecerían simples. Y es que la razón muchas veces se opone a lo lúdico y lo absurdo, simplemente no es capaz de entender todos los matices de ambos y tacha de falaz lo que, irónicamente, no alcanza a comprender.
Las pinturas de Michael Cheval, en este sentido, trascienden las fronteras de la razón; son un mundo que no necesita ser entendido con las reglas racionales aprendidas desde pequeños. Son irracionales por antonomasia, son retazos de un pensamiento divergente, de una visión única. Son un absurdo, sí, pero un absurdo que esconde significados e historias en cada detalle.
Cada pintura está plagada de símbolos, imágenes que se unen con una armonía difícil de entender y que sin embargo no resultan chocantes al espectador. Son sus cuadros una mirada a un mundo imposible.
Michael Cheval nació en el pueblo de Kotelnikovo, en Rusia, y desde pequeño estuvo en contacto con el arte, pues su abuelo era un artista profesional quien llevó a Michael a realizar sus primeros dibujos a una edad temprana. Al trasladarse a Alemania y verse rodeado de grandes museos, castillos y construcciones de estilo clásico fue que quedó fuertemente impresionado por estos, dando lugar al nacimiento de su estilo tan particular.
El surrealismo de sus pinturas remite a una época pasada, haciendo uso de elementos de estilo victoriano o del antiguo Egipto en otras; las características que en ellas aparecen se conjugan para formar historias inverosímiles que a su vez, en conjunto con sus otras pinturas, forman una historia más grande, como episodios de una ilusión.
Entre los libros que ha publicado están Lullabies y Nature of Absurdity, ambos presentan una ventana a un universo extraño pero bastante familiar, donde todos sus detalles se vuelven inversamente proporcionales a la realidad, nuestra realidad.
