Sabemos que estamos porque nos quema el sol y el viento nos despeina, porque la lluvia fría eriza la piel y sentimos el calor que emana el cuerpo del otro; somos conscientes de nuestra presencia porque sentimos cuando la sangre se agita y las lágrimas saben saladas, pero sobretodo, estamos, y lo sabemos, porque una sombra oculta nos persigue a donde quiera que vamos.
Voltear la vista a las sombras es el reto de Larry Kagan, un escultor que saltó de la pintura a esta técnica mediante el uso del acero y la ubicación estratégica de la luz.
Kagan involucra piezas de acero con un manejo inteligente de la luz, lo que resulta en una obra inmaterial: una sombra definida como si se tratara de una ilustración. La intención detrás de las “sombras escultóricas” de Kagan es cargar de significado a éstas para que se conviertan en un referente de la presencia humana y adquieran un sentido propio que documente la realidad.
“Somos más o menos conscientes de la presencia de las sombras porque dicen algo acerca de nuestro medio ambiente, pero en realidad no miramos a ellas a menos que nos llamen la atención por algún comportamiento extraño o inesperado”.
Kagan busca redirigir la mirada a la sombra y no a su habilidad de colocar las piezas de acero; su obra se mira desde adentro hacia fuera, se hace una lectura inversa que parte desde el resultado: una sombra con un sentido narrativo.
larrykagansculpture.com
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