No resulta descabellado creer que Goya también sufrió por la intolerancia y el oscurantismo del siglo XVIII respecto a la sexualidad. Es probable que de expresar su orientación sexual en público, el genio jamás se hubiera convertido en el Pintor de Cámara de la Corona Española, trabajo que lo catapultó –a través del mecenazgo directo de Carlos IV– al escalafón más alto de la pintura, tanto en su época como en la actualidad.
La colección más importante de su obra la ostenta el Museo del Prado, mismo que en coautoría con el Centro Botín de Santander presentó el primer tomo del “Catálogo razonado de los dibujos de Francisco de Goya”, que clasifica más de mil dibujos del pintor español.
Además, se rescatan distintas misivas de Goya a Martín Zapater, en especial una con relevancia histórica toda vez que, en palabras de Manuela Mena, curadora del Museo del Prado y especialista en la obra del maño, desvelan la relación de amitié amoureux (amigo amoroso) entre ambos.
Martín Zapater y Clavería era un comerciante maño, con el que Goya mantuvo una vibrante relación. Es a través de la correspondencia entre ambos que se puede inferir más de la vida del autor de “El aquelarre” (1789), mismo que lo retrató al menos en dos obras conocidas, que datan de 1790 y 1797.
En una de las cartas fechada el 10 de noviembre de 1790, Goya y Lucientes dibujó un enorme corazón envuelto en llamas en lugar de la tradicional cruz latina. Otra carta del mismo mes muestra el dibujo de un pene y a su vez, ambos símbolos se acompañan de sentidos mensajes para el comerciante:
«El mayor bien de cuantos llenan (mi) corazón, acabo de recibir la inapre(ciable) tuya; sí sí que me avivas mis sentidos con tus discretas y amistosas producciones, con tu retrato delante me parece que tengo la dulzura de estar contigo, ay mío de mi alma no creyera que la amistad podía llegar al periodo que estoy experimentando».
Zapater y Goya se conocieron en algún momento de la infancia y adolescencia, aunque el instante exacto no está del todo claro. Es de conocimiento de los biógrafos del pintor que su relación era tal desde antes de la boda de Goya en 1773, cuando el autor de “Los caprichos” (1798) contrajo matrimonio con Josefa Bayeu, de cuya unión nacieron siete hijos.
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