El ambiente es denso y los ecos resuenan proyectados hacia el exterior. Un calor que hace sudar frío recorre el cuerpo mientras el viento llora historias que jamás serán contadas, es la atmósfera de un pasado no muy lejano y estremecedor. Las viejas sillas oxidadas por el paso de los años atestiguan vidas quebradas. Reclusión de cuerpos y palabras que nadie escuchará porque a nadie le interesa lo que un loco pueda decir. La ansiedad invadió las almas que no encontraron otra salida más que la muerte. Aquellas que ni la luz del sol ni el movimiento de la mañana logró liberar de las tinieblas y los juegos sucios de su propia mente.
¿Qué te arroja a la locura? ¿Cómo se cruza esa línea, delgada pero férrea, entre cordura y sinrazón en un viaje sin retorno? ¿Acaso son los verdaderos locos quienes actúan normal, como todo el mundo? ¿Acaso las pasiones más intensas llevan siempre a la locura? El reino de los cuerdos no es el cielo, es la frivolidad de la vida. ¿A cuántos no has visto reír a carcajadas y hacer el intento por reír más fuerte mientras su vida es miserable? ¿Cuántos no presumen orgullosos con su normalidad, la decadencia y el peso de la vida sobre sus hombros?
¿Qué tiene la locura que Nietzsche y Poe, van Gogh y Munch se entregaron a sus brazos sin remedio?
¿Acaso la locura es la cúspide del arte?
¿Acaso en la locura se esconde la más anhelada libertad? ¿Abandonar a su suerte al cuerpo en la terrenalidad y vivir sin gobierno, sin leyes ni moral, separado de la pesadez de la carne y del mundo material será una apuesta a la vida? ¿Será que la locura se trata sólo de renacer?
Las paredes rasgadas dan testimonio de almas atormentadas que nunca encontraron calma, esa calma que se añora durante la tempestad y en medio de la noche, la que llega un par de horas antes del amanecer junto con el sueño más profundo y se disuelve de nuevo en el ocaso. Esa calma sórdida que después de probarla por un tiempo se hace aún más desesperante que la locura, más estruendosa que cualquier grito y acaba con un intento desesperado de pedir ayuda, que inmediatamente es sofocado con una intravenosa. Otro respiro al fin.
“1000 Shadows”, el proyecto de Herbert Baglione, cuenta la historia de aquellas personas que no tuvieron voz ni importancia, que fueron marcadas con una condición que las hizo inferiores al resto del mundo “sano” mentalmente. También carga una reflexión sobre las condiciones de las personas con trastornos mentales que son recluidas, expulsadas de la sociedad, devoradas por las sombras y separadas de los “normales” con estudios clínicos de por medio, legitimando su encierro y perdiendo toda libertad sobre su cuerpo. Todo eso ocurre en espacios fantasmagóricos, en sitios abandonados por la ignorancia de la sociedad que pasa por alto la humanidad de todos. “1000 Shadows” no sólo está presente en este hospital psiquiátrico en Parma, Italia, sino que incluye una serie de edificios abandonados que durante un tiempo estuvieron rebosantes de vida y ahora sólo albergan historias.
Anualmente, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) se reúne para examinar los nuevos casos de enfermedades y añadir a la literatura médica aquellos trastornos mentales aún “no identificados”. Los resultados son publicados desde 1952 en la biblia de la psiquiatría, el “Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales”, que tiene cinco ediciones. Lo más impresionante es el aumento del número de desórdenes: desde su primera edición que clasificó 100 enfermedades mentales, se han agregado al menos otras 100 a la lista, todas con documentación escasa y una fuerte dosis de medicamentos patentados.
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Fuente:
Dangerous Minds