No hay más certeza que la muerte. Todos nos sabemos efímeros, visitantes pasajeros de nuestra existencia y circunstancia. En la vida, a veces no nos preocupa tanto nuestra inevitable partida, sino más la de aquellos que viajan a nuestro lado en el camino, aquellos que más queremos y nos resultan indispensables. Es cuando pensamos o vivimos la pérdida de nuestros seres queridos que se nos hace presente la tristeza del hueco que dejan, la irremediable verdad que a todos nos toca, pero es ley de vida. Un artista que quiso plasmar este sentimiento es el tailandés Uttaporn Nimmalaikaew. Como si de una aparición se tratase, sus casi hologramas son majestuosos.
Se trata de una de las propuestas contemporáneas más reconocidas y admiradas en Tailandia. Capa tras capa de hilos, telas y mallas, crea increíbles obras de arte tridimensionales y translucidas. Aunque en apariencia delicadas, las imágenes evocan la fuerte presencia e impacto que sus familiares tienen en su vida. El paso de la vida le genera preocupación y miedo, y justificándose en la ley de vida que es la muerte, sus obras translucidas le permiten jugar con estos sentimientos, cual metáfora de su propia existencia y de quienes le rodean.
Cada una de sus piezas está pintada en capas sobre los diversos velos. Situados al frente, la imagen es nítida y completa, pero al rodearla es cuando se va disolviendo y se fragmenta la imagen. Es un trabajo innovador, ya que tiene poca competencia en el ámbito. Nimmalaikaw fusiona tiempo, espacio, sentimiento y espíritu en su obra.
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Blog del artista:
http://uttaporn.blogspot.mx/