El mundo siempre evoluciona. Lo que inició con unos grafos sobre piedras hace miles y miles años, hoy se ha transformado en obras únicas con una calidad y estética incomparable. Una obra de tal belleza es codiciada por todo el mundo y por eso es necesario buscar maneras de equilibrar la oferta y demanda de un solo objeto. Este acto mata y da vida a un producto al mismo tiempo. Lo mata porque si una pintura, por ejemplo, fue creada para expresar el más puro sentimiento de un alma en pena, al momento de negociar con el cuadro, la venta se vuelve un sacrilegio de lo más bello y lo más sagrado.
Era imposible mantener separado el vil comercio con las cálidas obras artísticas, porque así es la vida, así es el espíritu del ser humano: insaciable cuando se trata de conseguir un objeto brilloso que realce su esencia. A la par del deseo creativo del humano, las ciencias económicas tuvieron un notable desarrollo e impulsaron los estudios acerca del funcionamiento y estructura de todos los mercados, incluyendo el de las obras de arte. Hoy es necesario emparentar conceptos como arte y economía para satisfacer todos los sueños del mundo.
El enfoque cultural-artístico y el puramente económico de dicha actividad, son visiones complementarias de una misma realidad debido a la propia naturaleza de las obras de arte. Incluso las primeras manifestaciones artísticas se caracterizan por tener una doble dimensión tanto cultural como económica-financiera.
La dimensión cultural responde a la satisfacción de una determinada necesidad instructiva por parte de los sujetos involucrados. Para los artistas y la sociedad en conjunto, manifiestan un deseo o necesidad cultural que involucra al consumo como único medio para disfrutar de una pintura, una escultura u otro tipo de productos artísticos.
Por eso dicen que la creación u oferta, así como el consumo o demanda, son consecuencia de una necesidad cultural insatisfecha. Esta insatisfacción crea actividades económicas alrededor del arte, si no fuera así, no habría dinero y por lo tanto no existirían ni la producción ni la distribución. Así, entre mayor sea la demanda de un artista, su valor, y por tanto su precio, aumentará. Las artistas que a continuación se enlistan están completamente inmersas en esta lógica. Aunque algunas de ellas ya estén muertas, sus obras se cotizan en millones de dólares, pues hay mucha gente que necesita satisfacer su necesidad cultural y artística y está dispuesta a pagar el precio que sea.
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Frida Kahlo, 8 millones de dólares
Por primera vez la obra de Frida Kahlo se pone a la par de otras artistas internacionales al venderse la obra “Dos desnudos en el bosque (la Tierra misma)” (1939) por un precio de 8 millones de dólares. Este éxito en el mercado del arte ha aumentado en los últimos años y así, nos damos cuenta de cómo crece su popularidad a nivel mundial. Kahlo pintó poco, por lo que su obra comienza a considerarse como “rara”.
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Agnes Martin, 10.7 millones de dólares
Agnes Martin rompió el récord de obras vendidas este año con la venta de “Orange Grove” (1965) en 10.7 millones de dólares. La última obra de esta artista minimalista fue “The Beach”, que se vendió en Sotheby’s en 2013 con un precio de 6.5 millones.
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Cady Noland, 9.7 millones de dólares
Cady Noland es la única artista de esta lista que aún vive y se mantiene firme en el mercado del arte con sus obras. La última obra que se vendió fue “Bluewald” (1989) en casi 10 millones de dólares. Su venta predecesora fue “Oozewald” (1989), que fue comprada por 6.5 millones de dólares en 2011.
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Berthe Morisot, 10.9 millones de dólares
Esta artista impresionista ha logrado vender varias obras en diversas subastas. En 2013 se vendió su pintura “Après le Déjeuner” (1881) en casi 11 millones de dólares. Su trabajo es comparado con el de su contemporáneo Pierre-Auguste Renoir.
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Georgia O’Keeffe, 44.4 millones de dólares
La pintura “Jimson Weed/White Flower No.1”, de Georgia O’Keeffe, fue comprada por el museo Arkansas’s Crystal Bridges, que estuvo de acuerdo en pagar 44.4 millones de dólares por hacerse dueño de la obra. O’Keeffe tiene el récord de ser una de las artistas más caras en estos tiempos.
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Tamara de Lempicka, 8.4 millones de dólares
Catalogada como la “primera artista en ser una estrella del glamour, Tamara de Lempicka es una de las favoritas en las subastas de arte. Su momento de mayor éxito llegó cuando “Le rêve (Rafaela Sur Vert amo)” (1927) se vendió por 8.4 millones de dólares en 2011.
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Joan Mitchell, 11.9 millones de dólares
La artista plástica Joan Mitchell, que gusta de un expresionismo abstracto, mantiene su asiento entre los tres más vendidos con la venta de la obra “Sin título” (1960) en casi 12 millones de dólares. Esta obra de Mitchell superó las expectativas de los críticos, que estimaban sus trazos en no más de 9 millones. Mitchell tenía el título de artista más cara hasta que llegó O’Keeffe.
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Natalia Sergeevna Goncharova, 10.8 millones de dólares
Como una de las mejores artistas del movimiento de vanguardia de Rusia, quien además hizo revuelo a principios del siglo XX, Natalia Sergeevna Goncharova disfruta de un continuo éxito en el mercado del arte con la venta de “Les fleurs” (1912) en 11 millones de dólares. Anteriormente se había ganado 10 millones con “Espagnole”, mientras que “Picking Apples” se vendió en 9 millones de dólares. Goncharova es una de las artistas más codiciadas en el mundo.
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A pesar de la muerte de alguna de estas artistas, el mercado sigue comercializando, para bien o para mal, sus obras. Si quieres conocer los cuadros más caros del arte, da click aquí. Si ya no quieres saber nada de dinero, ¿que tal un artículo donde se reúnen pinturas eróticas que muestran el lado celestial de tener un orgasmo? Por último, aquí están las instrucciones para visitar un museo y no salir desilusionado.
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Referencia:
Huffpost Arts & Culture