Gabriel García Márquez es uno de los narradores latinoamericanos por excelencia, cuya obra tiene impreso el imaginario colectivo que Latinoamérica puede compartir. De ahí su predominancia como escritor del realismo mágico, una corriente que entre otras características, da cuenta del curioso sincretismo que ocurre en nuestra latitud en la que la superstición, la religión y la naturaleza misma se unen sin que nadie lo ponga en duda.
Pero más allá del realismo mágico, lo cierto es que García Márquez fue un autor efectivo para retratar el sentimiento humano, entre ellos el del amor, que en ocasiones agobia, incluso asfixia, en particular cuando ya no es correspondido. Algunas de sus obras son idóneas para encontrar algunas frases que nos dejen entrever que tener el corazón roto es solo temporal y que a veces el amor no es tan sencillo como nos lo imaginamos.
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De alguna forma el autor ya lo adelantaba en Cien años de soledad al escribir que:
«El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta».
Y es que aunque puede se esencial para nuestra existencia y las relaciones humanas, lo cierto es que no se trata de una primera necesidad, por lo que no hay otro remedio más que limpiarse las heridas y continuar.
Además de la anterior, existen otras frases de la realidad del amor…
Como la que da cuenta de cómo el amor se cuela y nos sorprende:
«… escarbó tan profundamente en los sentimientos de ella, que buscando el interés encontró el amor, porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla». En Cien años de soledad.
Que une a las personas, pero que tiene una fecha de término y eso es inevitable:
«El amor es un sentimiento contranatural que une a dos desconocidos en una relación mezquina e insalubre, cuanto más intensa, tanto más efímera». En Del amor y otros demonios.
La muerte o final del amor fue un tópico común, que lo escribió en más de un libro:
«Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte». En El amor en los tiempos del cólera.
Por lo que es necesario que no caigamos en la fantasía del amor eterno que nos venden en las películas, libros y otros medios:
«Ella le preguntó por esos días si era verdad, como decían las canciones, que el amor lo podía todo. “Es verdad”, le contestó él, “pero harás bien en no creerlo”». En Del amor y otros demonios.
De cierta forma, el amor es una de las cosas de las que tenemos que aprender, incluso debemos aprender a amar como tal, ya sea a nosotros mismos o a otros:
“También el amor se aprende”. En Crónica de una muerte anunciada.
Eso sí, el recuerdo del amor puede ser parte de la medicina para el corazón roto:
«La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado». En El amor en los tiempos del cólera.
Pero a veces de lo más doloroso:
«Alguna vez él le había dicho algo que ella no podía concebir: los amputados sienten dolores, calambres, cosquillas, en la pierna que ya no tienen. Así se sentía ella sin él, sintiéndolo estar donde ya no estaba». En El amor en los tiempos del cólera.
Sin embargo, al final del día lo cierto es que además de tiempo, la felicidad será la mejor medicina de todas, y si ésta no funciona, probablemente nada más lo haga:
“«No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad». En Del amor y otros demonios.