La prosa de Enrique Ocampo, autor del libro de relatos Salto de fe, se caracteriza por su carácter orgánico, visceral y de ritmo trepidante pero al mismo tiempo acompasado, de regodeo poético en las palabras, las imágenes, las metáforas. Su universo trasciende sobre lo real, indaga en los imaginarios lingüísticos como hechos exaltados. El erotismo, el drama y el simbolismo unifican un texto impecable.
Te quiero
Un “te quiero” es un arma de doble filo. Suicidio y asesinato. Promesa y prisión. Un “te quiero” lanza la red de la esperanza, abriga el porvenir etéreo y se sienta a esperar, pero se sienta a esperar; nos condena, trémulos y pálidos, al martilleo insistente del tiempo y la carcoma impía de la expectación: nos atrapa a la vez a nosotros.
“Te quiero”, y te quiero pura y ufana, meliflua e intempestiva, nívea e incendiaria. Te quiero bajo la niebla del misterio y sobre el rocío del candor, entre los mundos turbulentos y por los cielos azafrán. Te quiero en el beso, en el guiño y la caricia; en la duda, la sonrisa y la ensoñación; te quiero para mí y para el mundo, para siempre y para todo, para el deliquio exhausto después de la búsqueda por los vértices y puntas de un mundo circular y para el suspiro altivo después del encuentro entre líneas y puntos, versos y coplas, melodías y silencios, eternidades y vacíos, de mi boca que pronunciaría tu nombre, primitiva y apasionadamente, incluso si nunca hubiera nacido el lenguaje.
“Te quiero”, pero juro que te quiero. Te quiero con cada soplo de aliento, que me ahoga y me condena. Te quiero con cada paso desnudo entre los matorrales, que rasguñan y amenazan. Te quiero con cada página que escribo y con cada sílaba que leo, que traicionan y subyugan y gritan, por lo bajo y desde lo abstracto, que si te quiero, te quiero para siempre y te quiero sobre todo. Que si te quiero, tengo que quererte. Tengo que querer quererte. Que ni tú ni yo escapamos al contrato poético e inexorable del “te quiero”. Que voy a quererte. Que voy a quererte aunque el mundo se extinga, aunque el tiempo se detenga y los demonios emerjan. Que voy a quererte aunque te mueras, aunque me mate y aunque no me quieras. Que voy a quererte aunque no quiera.
Un “te quiero” es un arma de doble filo. Suicidio y asesinato. Promesa y prisión. Un “te quiero”, que existe por sí mismo desde que se forma en un pecho orgulloso, desde que se saborea en un paladar atrevido, desde que se conjura en una boca enamorada, existe por sí mismo y para siempre. Nos libera y nos atrapa. Para siempre.
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Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Nicole Ashley.
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La intensidad de los momentos más cruciales se magnifica con la narrativa, los elementos estéticos del lenguaje y la capacidad creadora de una voz que hila y conduce imágenes como un sueño dirigido. Cortes rápidos, instantes de pausa. Sobre el cuadrilátero, todo luce como una batalla existencial en la que el amor da náuseas.