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“Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo (…) yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una máquina de retratar”. Salvador Dalí
El misterio que enmarca la relación entre Federico García Lorca y Salvador Dalí ha inspirado múltiples investigaciones y obras como el filme Little Ashes dirigido por Paul Morrison y Querido Salvador, Querido Lorquito un libro en el cual el periodista Victor Fernández recopila las cartas entre ambos artistas. En su correspondencia, se oculta entre líneas un secreto imposible de leer de manera textual pero tan sugerente como seductor, porque cada frase responde a un movimiento de ajedrez en el juego erótico que procuró evitar a toda costa las insinuaciones literales y por el contrario, demostrar la creatividad y el ingenio de dos grandes exponentes del arte español.
Uno, pintor surrealista, el otro, poeta y dramaturgo. A pesar de su personalidad explosiva y carácter vanguardista, Lorca y Dalí se convirtieron uno para el otro en refugios y espacios de intimidad creativa. Sólo había un problema , Lorca tenía un anhelo sexual que Dalí no podría satisfacer.
Se sabe que cuando se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid , Dalí no mostraba el más mínimo interés por las mujeres, un hecho que dio esperanza a Lorca . Pero, a medida que le fue conociendo más , se dio cuenta de que Dalí padecía ansiedades sexuales, sobre todo miedo a la impotencia y a las enfermedades venéreas.
Años después, el propio pintor surrealista explicó la situación a su amigo y escritor Max Aub: “Federico, como todo el mundo sabe, estaba muy enamorado de mí, y probó a darme por el culo dos veces, pero como yo no soy maricón y me hacía un daño terrible, pues lo cancelé en seguida y se quedó en una cosa puramente platónica y en admiración”.
Las especulaciones sobre el presunto romance entre Dalí y Lorca han sido constantes entre historiadores y biógrafos. Muchos de ellos incluso lo sitúan durante el verano de 1925, cuando pasaron un verano juntos en la casa que la familia del pintor tenía en Cadaqués, en la provincia de Gerona.
Esta relación erótica y trágica, los obligó a vivir a la sombra de un amor que nunca se consumó, y aún así resultó ser un escándalo para la moralidad conservadora de la época. De aquellos momentos hoy sólo quedan cenizas escondidas entre las letras que encierran lujuria reprimida y una coquetería descarada.
A pesar de no consumarse nunca, la fructífera relación intelectual y erótica que existió entre ambos quedó registrada en sus cartas, dibujos y cuadros donde las referencias simbólicas aparecen como gestos y rostros del deseo.
“Yo pienso en ti, y nunca pensé más intensamente que ahora, es ya el colmo. Te recuerdo siempre, te recuerdo demasiado. Tengo que pensar que eres feísimo para quererte más…” Lorca a Dalí
El beso, dibujo de Federico García Lorca, 1925
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“Acuérdate de mi cuando estés en la playa y sobretodo cuando pintes las crepitantes y únicas cenicitas ¡Ay mis cenicitas! Pon mi nombre en el cuadro para que mi nombre sirva para algo en el mundo y dame un abrazo que bien lo necesita tú Federico”. Lorca a Dalí
Aparición de un rostro y un frutero en la playa, Salvador Dalí, 1938
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“Deseo ¡mon cheri, una muy larga carta tuya!… En mi San Sebastián te recuerdo mucho y a veces me parece que eres tú… ¡A ver si resultara que San Sebastián eres tú!… Pero ahora déjame que use su nombre para firmar. Un gran abrazo de tu San Sebastián”. Lorca a Dalí
La miel es más dulce que la sangre, Salvador Dalí, 1927
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En una de las cartas, Dalí actúa de voyeur de un encuentro sexual de Lorca con Margarita Manso.El pintor animó al poeta a mantener relaciones sexuales con esta mujer como condición para que éste algún día se acostara con el escritor. Hecho que finalmente no sucedió.
De la cartas del pintor al poeta han sobrevivido 40, pero de las de Lorca a Dalí, sólo 7. Las razones de ello, de acuerdo con el periodista Victor Fernández, son dos: “una es Ana María Dalí, que vendió mucho material de archivo de su hermano tras la Guerra Civil; la otra es Gala, que por celos destruyó otras muchas”. Afirma también que entre los papeles de García Lorca se halló la anotación “Gala no me gusta” y se sabe que Lorca era uno de los temas no permitidos en casa de los Dalí, además entre los papeles del pintor hay cartas de Lorca recortadas con tijeras y a esos documentos personales sólo tenía acceso una persona: Gala.
Aunque no hay registros de una ruptura entre ambos artistas, a partir de 1929 inició su distanciamiento. Dalí viajaría a País y Lorca a Nueva York, abriéndose un abismo entre ellos. Y en 1936, el destino alcanzó a Federico García Lorca al ser asesinado por el régimen franquista acusado de “socialista y masón”, además de atribuirle como cargo “prácticas de homosexualismo”.
En un acto casi mítico, cuando Dalí se enteró de la muerte de Lorca de sus labios sólo salió un rotundo y doloroso “¡Olé!”. El propio pintor lo explicó en uno de los manuscritos que recupera el libro de Fernández – Querido Salvador, Querido Lorquito- en el que aclara que Lorca consideraba la palabra ¡Olé! como el grito más desgarrador que surge en los momentos más trágicos del canto flamenco.
El enigma sin fin, Salvador Dalí, 1938
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Aunque no sabremos con certeza la verdad detrás de la relación homoerótica entre ambos genios españoles, su obra relata un amor intelectual, una seducción de ingenio y palabras a la que ninguno cedería.
Cuando murió Gala, en 1982, Dalí viajó a la Residencia de Estudiantes donde conoció a Lorca y a Luis Buñuel. El rostro de Lorca persiguió literalmente a Dalí en sus pensamientos durante toda su vida tal como en sus cuadros y nunca dejó de culparse por no llevar al poeta con él ante las amenazas del franquismo. El amor y la admiración que ambos se profesaron terminó a la par de la vida del pintor que partió de este mundo pronunciando: Mi amigo Lorca.
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