La artista Colette Calascione (1971) hace un viaje a la memoria para poder reinterpretar la época victoriana en obras de arte aparentemente clásicas, pero que en realidad esconden misterios que en muchas ocasiones son casi imperceptibles. Se inspira en fotografías viejas, y cuando se sorprende con la imagen de alguien que le llama la atención, lo transforma, reinventa, viste o desviste para crear imágenes verdaderamente atractivas y sorprendentes. Nunca copia los fondos de las fotografías de manera literal, pues como es evidente en sus obras, sus personajes giran alrededor de paisajes ficticios o inventados. Crea historias nuevas a partir de lo real, tomadas tanto de su imaginación, como de un libro o de alguna cita de libro que le haya gustado. Calascione propone mujeres en diversas situaciones y posiciones. Ya sea tumbadas en un diván, en la cama o recostadas en el sofá, casi siempre desnudas, pero con algún atributo especial, sus mujeres resultan siniestras, como si de apariciones se tratase. Influenciada por los grandes clásicos como Tiziano, Ingres o Vermeer, la artista escoge siempre fondos lujosos, con mobiliarios y ornamentos exquisitos, además de decorar a sus personajes con las mejores joyas y tocados.Siempre provocadoras, ellas nos miran de reojo, nos seducen e invitan a que nos acerquemos, pero como si de sirenas se tratase, tememos que nuestra vida dependa de ello. Es recurrente en sus escenas la aparición de gatos, animal que a veces simboliza mal augurio, pero también inteligencia, astucia y misterio, sin dejar de ser elegante, como las misteriosas mujeres. Contemplar estas piezas es ver más allá de lo aparente, es dejarse llevar por la fantasía.
Te puede interesar: Pervesión y desafío en la obra de John Currin
***
Referencia:
Colette Calascione