NOCHE Y NIEBLA de Jaime Chabaud / Dirección de Fernando Santiago
La sombras proyectaban el origen de las luces a través de las montañas de tierra que se elevaban sobre mi vista.Estaba en primera fila.Y el polvo aparecía por donde la luz le permitía, por donde la luz se permitía la iluminación de dos cuerpos atravesando la historia de seres perdidos en el trazo espiritual de Odilia, Claudia y Elisa.Y Frijolito.Un primer contexto. ¿Quiénes son? Y luego su desaparición. La maldita burocracia y los malditos sicarios. Y les vale madre, les vale madre lo que pensemos de ellos, malditos policías. Y la búsqueda, y la lucha, la lucha por seguir buscando y la búsqueda de esperanza por seguir luchando. Aquí comienza el camino hacia la cúspide dramática.Volaste, Ana Isabel.Una esperanza y los esfuerzos para materializarla, sin embargo, nuevamente la burocracia, siempre la maldita burocracia. Negligencia y engaño, secuestro y asesinato, y ninguna certeza institucional por lo sucedido. Aquí la historia y su apoteosis, y ellas mostrándolo todo. La fluida, efectiva y auténtica dinámica de personajes como el ser de todo el juego, y convirtiendo el escenario en un lienzo que, más allá de las imágenes proyectadas, manifestaba legítimamente el cuerpo, el rostro, la voz, y trabajo de Ana Isabel Esqueira y Teresa Rábago.
Volaron
El final sucedió como una explosión, no obstante, silenciosa. Un silencio que mató muchas expresiones iniciales del público, por su impacto, pero que fue desahogado por la presentación final de todo el equipo de trabajo.Me puse de pie.Ana Isabel aún mantenía las implicaciones físicas de su interpretación, como las lágrimas que aún corrían por su rostro y sonrisa, y eso fue lo último que observé. Sorprendido, alterado y satisfecho estéticamente por su trabajo, me conmovió más allá de la historia, expresando un dolor tan auténtico como el dolor mismo, y una claridad y concreción en los giros del personaje.
Feliz
Aplausos.