Nos sucede con las películas y con la música. Más de una vez hemos cantado al unísono de nuestro artista favorito, coreado con pasión, tal vez en español o en otro idioma, y un día por azares del destino escuchamos esos versos que cuentan una situación que no puede estar más alejada de lo que creemos correcto o de lo que nos gustaría que nos pasara.
¿Suena familiar, no es cierto?
Ciertos géneros musicales han sido presas fáciles de las críticas contra las letras misóginas y que incitan a la violencia de género. En años recientes, el reggaetón ha sido uno de los más criticados. Sus detractores siempre apuntan al contenido sexista que objetiviza a las mujeres; otros utilizan el baile característico que acompaña a dicho género musical para juzgarlo y criticarlo, a pesar de que se trata de un ritmo propiamente latino con raíces en nuestros antepasados africanos y que surgió en los barrios de Latinoamérica y el Caribe Algunos apuntan que el peculiar rechazo del reggaetón es precisamente su origen humilde y popular.
Pero la misoginia ocurre en el reggaetón, el rock y hasta en la trova, como lo ejemplifican las fotografías de la muestra de unos estudiantes de secundaria de Buenos Aires. Dicha obra escenificó los extractos de las canciones con muñecas Barbie y Ken, acompañándolas con el texto de canciones que van desde Maluma, Los Auténticos Decadentes y hasta Ricardo Arjona.
Las críticas en redes sociales hacia esta muestra y su selección musical no se han hecho esperar. La mayoría apuntan que las canciones han sido sacadas de contexto y que esos fragmentos no reflejan el mensaje completo de las canciones. Sin embargo, el carácter misógino de estos versos es innegable, sobre todo cuando apuntan a una cuestión de violencia de género que normaliza los abusos, acosos callejeros, la degradación de la mujer, así como la violencia en contra de éstas.
En ocasiones, este tipo de mensajes superan el plano de la música y de las licencias poéticas, especialmente en un contexto de violencia hacia las mujeres como el que se vive en México y América Latina.
Por ello, es necesario preguntarse en qué medida es válido que los artistas representen este tipo de situaciones en su creación y en qué momento la línea entre la ficción y la realidad se difumina al grado que la violencia de género es normalizada a través de la cultura pop. Del mismo modo, necesitamos preguntarnos cuán importante es que el contenido ya sea musical, televisivo y/o artístico que consumimos sea responsable cuando se trata de cuestiones que aquejan a la población en general.
*
También te puede interesar:
15 fotografías de la vida de las mujeres en Camerún después de sufrir planchado de senos
20 frases que demuestran lo sucio y decadente del reggaetón