La frase “morir por lo que te gusta” nunca había tenido tanto sentido como cuando el mundo del arte conoció a Chris Burden, el hombre a quien algunos llaman “el padre del performance”. Burden lleva su arte hasta terrenos inimaginables cuando pone en riesgo su vida para demostrar que el arte debe ser algo efímero; de esta manera, respondiendo al contexto en el que es producido, es capaz de impactar a sus espectadores de una manera única debido a que el diálogo entre producción artística y receptor no vuelve a darse de la misma manera en ninguna otra época.
Burden juega con el destino y lo recrea en su trabajo; podríamos decir que a través de sus performances intentaba reproducir uno de los muchos días violentos a los que se somete el mundo; es por ello que el numero de asistentes a sus actos era limitado y selectivo, las personas que le acompañaban no fungían como público, sino como parte esencial de la representación tomando el papel de transeúntes.
“El uso de la violencia en mi obra era un mecanismo físico que utilicé para tratar de afrontar estos ‘acontecimientos catastróficos’. Mis performances son una manera de intentar controlar el destino, generalmente incontrolable. Afrontando y prefabricando los horribles acontecimientos que invaden nuestras vidas”.
Su performance número uno en la lista de los actos en donde este hombre llevó su arte al límite fue “Shoot” de 1970, en el que pidió a su amigo que le disparase con un rifle de calibre 22 desde una distancia de 15 pies. El objetivo de esta pieza fue el de resensibilizar a la gente sobre la violencia que se ve en la televisión, por otro lado, puso a prueba los límites de una persona al momento de seguir órdenes.
Con “Through The Night Softly” (1973), Burden puso en evidencia la facilidad de la gente para distraerse del dolor de alguien más, esto a causa de la creciente ola de publicidad cada vez más llamativa. Para demostrar su punto, el artista amarró sus manos a su espalda y comenzó a reptar a través de una plancha repleta de vidrios rotos, a la par proyectó anuncios publicitarios con el fin de que la gente se distrajera con ellos.
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Uno de sus trabajos artísticos más impactantes es, sin lugar a dudas, “Trans-fixed” de 1974, en el que Burden se hizo clavar en la parte trasera de un V
olkswagen y luego lo hizo acelerar para simular los gritos de dolor de la víctima.
“En un pequeño garaje en Speedway Avenue, me subo al parachoques trasero de un Volkswagen. Me acuesto de espaldas sobre la sección trasera del coche, estirando los brazos hacia el techo. Me clavan las palmas al techo del coche con un par de clavos. Abren la puerta del garaje y el coche es empujado hacia en medio de la avenida Speedway. A una orden mía, el motor se enciende y acelera a toda velocidad durante dos minutos. Después, el motor se apaga y el coche es empujado de nuevo al interior del garaje. Cierran la puerta”.
De nuevo, la intención de este acto fue el de mostrar a la gente la manera en la que la violencia está tan normalizada que incluso se convierte en religión, haciendo una clara alusión a la figura de Jesucristo crucificado y a las miles de personas que durante el Imperio Romano sufrieron a causa de este suplicio.
En 1975, Chris Burden realizó su performance “Doomed” en donde permaneció acostado bajo una placa de cristal acompañado de un reloj; la idea de este trabajo era dejar que el público pusiera fin al mismo con la intervención de sólo uno de los objetos que conformaban la pieza (el reloj, el cristal o el artista mismo); después de 45 horas, uno de los miembros del personal del Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, temiendo por la vida de Burden, le acercó una jarra con agua, con lo que finalizó el acto.
Cuando al artista le preguntaron si habría sido capaz de continuar con su trabajo hasta la muerte, éste contestó que probablemente no, sin embargo, confesó que “estaba preparado para estar en esta posición por tiempo indefinido”. Con esto, dejó claro que sus intenciones en cuanto a su trabajo artístico eran las de llevarlo a las últimas consecuencias sin importar lo que pudiese pasar con él, demostrando que el arte, en efecto, es capaz de retratar la vida tal y como es.
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Fuentes
El Mundo
20 Minutos
The Art Story