Con un rostro serio y una mirada penetrante, decenas de personas se congregaron frente a un extraño objeto en el Museo de Arte de San Francisco el año pasado. Se trataba de unos lentes que reposaban, abiertos, en el piso.
El impacto de la ‘pieza’ fue tal, que incluso algunos se acercaron a tomar fotografías. Las gafas parecían haberlos transportado a un estado sublime. Con las manos sosteniendo su cabeza, los contempladores fruncían el ceño, señal de que una reflexión profunda invadía su ser.
Hasta aquí nada raro. Las galerías de arte y salas de museo están envueltas de esas dinámicas. Sin embargo, todo perdió sentido y cayó en el ridículo cuando trascendió que esos lentes habían sido parte de una broma. Fue un joven de 17 años quien, sorprendido de los objetos expuestos en la galería, se le ocurrió depositar sus anteojos en el suelo exponiendo el hilarante momento en Twitter.
Además de algunas risas, esto provocó un hondo cuestionamiento sobre el arte contemporáneo y cómo lo entendemos. ¿Qué es el arte?, ¿sólo por estar expuesto en una sala de museo o galería significa algo distinto a lo que está en nuestras caras?
Podríamos contestar que sí, que es diferente porque en un museo, es un artista quien coloca las piezas con una ‘intención’ definida. Pero, ¿esta respuesta es suficientemente convincente?
Como ejemplo de esta dificultad tenemos la obra de Gabriel Orozco, el artista conceptual mexicano con mayor proyección en el mundo. Que entre muchos otros lugares, ha sido expuesta en el MoMA, uno de los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo.
“Caja de zapatos vacía” fue una de las piezas que el veracruzano expuso y…. era eso: una caja de zapatos vacía. Como parte de la exposición también se colocaron tapas de yogur sobre la pared.
Una pregunta salta a la vista ¿Cuál es la diferencia de esta caja de zapatos y los lentes puestos por el joven en San Francisco?, ¿por qué el último es considerado sólo un joven bromista y el primero es un artista mundialmente afamado?
En su blog, la crítica de arte Avelina Lesper dijo sobre esta exposición: “Dos tapitas de yogurt están pegadas desoladas en una pared de siete metros con su precio .99 cents. Demasiado caro. ¿Es arte? It’s only trash. Dicen en el New Yorker: no son arte pero detonan la experiencia artística. Un objeto en la vida cotidiana es basura, pero en la pared de MoMA es una “experiencia artística”. Brillante argumento de venta. En este siglo hemos visto como en el afán de proteger un aparato de mercado no han tenido escrúpulos en cargarse al arte, la manifestación más elevada de la inteligencia”.
Por otro lado, es importante reconocer que Gabriel Orozco tiene una formación artística importante, estudió en la Academia de San Carlos y continúo sus estudios artísticos en Madrid. Ha expuesto su obra en Europa, Norteamérica y México. Varios críticos han comparado su trabajo con el de Duchamp o Andy Warhol e incluso lo colocan como uno de los artistas contemporáneos más influyentes del mundo.
Aún así, es legítimo el cuestionamiento sobre si algo tan usual puede ser considerado arte por el sencillo hecho de tener un discurso detrás.
En ese sentido, otra obra que dio la vuelta al mundo fue “La DS” donde modificó un Citroën DS, para que sólo cupiera una persona. La obra se describió como una reinterpretación de la modernidad clásica. La paradoja de los nuevos ideales.
Muchos han definido la obra de Orozco como una poesía de lo cotidiano. Muchos otros ven en esta sencillez una burla al arte ‘real’.
Al respecto, el propio Orozco en entrevista para la BBC refirió, “Lo que trato es de instruir al público en el sentido de vaciar las expectativas lo más posible, tratar de que no haya una, lo cual no es fácil, sobre todo cuando ya conocen la obra pero igual vienen a ver algo nuevo. Hay quiénes vienen a buscar entretenimiento o algo que les divierta, pero esto tampoco es lo ideal”.
La pieza “Piedra que cede” es una gran bola de plastilina que fue echada a rodar por la calle coleccionando basura, polvo y todo lo que encontrara a su paso. El artista refirió que con este ejercicio intentaba mostrar la interacción de un objeto con su entorno y lo susceptible de estos a ser afectados.
“No es una crítica al arte contemporáneo, obviamente hay ironía, y es una reflexión sobre la escultura contemporánea, pero en general, la idea del recipiente, del espacio que contiene o que se abre, la idea de lo tridimensional o bidimensional, la idea de la producción masiva de objetos, el minimalismo en relación al espacio blanco de la galería. Todo eso esta ahí, ironizado de alguna manera con un gesto aparentemente bastante simple y si ha generado tanta polémica y tanta reflexión, no es nada más en el sentido de crítica al arte contemporáneo, es arte contemporáneo, y funciona como un recipiente de todo ese tipo de dudas, cuestionamientos, sobre todo de la escultura”, manifestó Orozco cuando fue cuestionado por su obra.
A inicios del 2017, se inauguró OROXXO, una réplica exacta de uno de los minisúpers más populares del país, expuesta en la galería Kurimanzutto. Orozco intervino 300 productos con calcomanías, objetos exactamente iguales que se vendieron a un precio mayor. Gracias a la cobertura mediática, esta instalación fue presa de cientos de memes y críticas. Según Orozco, la intención era repensar las dinámicas de consumo y producción.
Otra de sus obras, “Matrix móvil”, es la estructura ósea de una ballena intervenida con grafito con círculos y elipses para recordar las ondas sonoras y del mar.
Actualmente, esta pieza está expuesta en la Biblioteca Vasconcelos, en la Ciudad de México.
Otra pieza controversial, fue exhibida en 1999 en la galería de arte Portikus en Frankfurt, Alemania titulada “Carta Blanca”, la instalación consistía en latas oxidadas enterradas en la arena.
Según algunos críticos, esto podría significar la metáfora que implica la experiencia de los humanos cerca del mar. Para otros, esto es una simple ocurrencia.
Como lo recuerda Confabulario, durante una conferencia en el Museo Tamayo, el artista dijo “El arte verdaderamente tiende a ser decepcionante. Sobre todo para que el público que ya tiene una idea de cómo debería ser. Porque el arte nuevo destruye al público. Lo hace entrar en crisis por el simple hecho de que no puede haber público para un arte que antes no existía”.
Para ventura, el arte está lejos de ser una ciencia. Por lo tanto, no pueden esperarse conceptos solidificados e inmutables. La propia creación da pie a la variedad de significados. No obstante, obras como las de Orozco hacen cuestionarnos dónde está la frontera de un objeto artístico con uno cualquiera y si, de hecho, existe esta diferencia.
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Si te interesa explorar otros ángulos del arte puedes consultar: formas de apreciar el arte como un experto según la BBC y obras de José Clemente Orozco para entender que no es un artista infravalorado.