“No se trata de pintar la vida, se trata de hacer viva la pintura”.
Paul Cézanne
Al trazar sobre un lienzo en blanco los colores cobran vida, en ese momento somos capaces de crear universos paralelos donde la realidad es superada por las pinceladas azarosas que cuentan las historias cotidianas desde nuevas perspectivas.
El papel de los artistas consiste en construir distintas ventanas para observar las experiencias que le dan sentido a la vida. Fiel a esta filosofía, el artista estadounidense Patrick Kramer retrata a través de la pintura su naturaleza interior: perfeccionista y obsesiva. Posee una habilidad técnica para confundir a los espectadores con el realismo de sus obras de apariencia fotográfica.
Sabemos que la realidad se transforma en las manos de los seres que deciden hacer del arte su manera de vivir, plasmando lo que ven y sienten en sus creaciones; hay quienes utilizan la música, otros deciden subirse a un escenario para actuar o bailar, y algunos hacen de sus manos su principal herramienta para llevar a cabo la tarea artística que significa pintar.
Su trabajo cuestiona la actualidad, la era de la tecnología en la que gran parte de la población tiene a la mano una cámara fotográfica como herramienta para capturar los detalles de nuestro mundo; en estas circunstancias, Kramer considera que es fundamental replantearnos el papel de la pintura como expresión artística y como medio de interacción entre la creatividad y la rutina.
¿Por qué seguir desafiándose a representar la realidad con precisión cuando la fotografía recrea las imágenes en un instante? Al respecto, Patrick Kramer sabe que un óleo intervenido con pigmentos aporta una dimensión completamente distinta de asimilar la existencia, porque hay un elemento espiritual inseparable al trabajo manual. El proceso artesanal de reflejar el presente usando lápices y pinceles implica que en cada trazo habitan el tiempo y la energía del artista, que se nutren a su vez de la sensibilidad propia del ser humano. El carácter inmediato de una fotografía suprime, de acuerdo con este artista hiperrealista, el alma de la creación.
En la obra de Patrick Kramer los espacios, paisajes, objetos y retratos se convierten en fragmentos de poesía, versos trazados durante más de seis semanas, en las que, diariamente, el artista se esfuerza por imprimir su esencia en cada una de sus pinturas.
Los cuadros de Kramer impactan la mirada y, a pesar de pertenecer al hiperrealismo, sus imágenes no se limitan a retratar la forma exacta de las cosas, sino que logran capturar la magia contenida en los objetos, juegan con su naturaleza simbólica y trascienden la realidad común para aferrarse al universo sublime de la existencia, en el cual la vida se eleva al nivel inalcanzable de la fantasía.
Basta con observar los detalles para comprender que Paul ha puesto cada una de las partículas de su alma, si es que ésta posee partículas, siendo cada pincelada que compone la imagen, un suspiro y entrega del corazón y talento que ofrenda a cada una de sus creaciones, y las cuales nos hacen pensar si en verdad la fotografía es tan maravillosa, o sólo nos estamos desviando de otras oportunidades que nos brinda otro tipo de arte y que nos parece obsoleto o aburrido simplemente porque no está de moda.
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El mundo del arte guarda grandes historias y anécdotas que no creemos posibles, las cuales contienen un poco de escándalos y mucho drama, por esa razón queremos compartirte La historia de amor de Madonna y Basquiat.