Las historias de ciencia ficción más crudas nos han enseñado que la tecnología saca lo mejor de la materia mas no del ser humano. Con el crecimiento y evolución de la ciencia en todas sus manifestaciones, y de las redes sociales en específico, ha venido un sentimiento de soledad, aislamiento, rabia, frustración y falsas expectativas en el ser humano. La vida se ha vuelto más vacía y artificial conforme el individuo presta más atención a su vida digital: cuántos likes ha recibido una imagen, cuántas visitas tiene su perfil, cuántos contactos tiene y todo lo que implica manejar un perfil exitoso en Internet. La vida dentro de ese mundo digital está devorando al ser humano, convirtiéndolo en un monstruo a sus propios ojos.
“Black Mirror” es una de las series de ciencia ficción más exitosas de los últimos años, cuya temática de la tecnología como demonio y el ser humano como víctima es su sustancia principal. De manera aguda, inteligente, seriamente crítica y aterradora los seres de sus historias son criaturas atrapadas en los infiernos de la tecnología. En ese futuro que la serie plantea, las malas decisiones de la sociedad, sus obsesiones e inocencia son iguales a las que ya vivimos en el presente.
El vacío de una era que se proyecta a continuar hacia el futuro de manera mucho más aguda y cínica es el principal atractivo de “Black Mirror”; cuyo título ya nos da una idea de lo negro que luce el panorama para la raza humana. Ese vacío y agónico ambiente del que se habla es punto de partida para las pinturas que a continuación repasaremos, obra del artista Jeremy Miranda. En ellas se contempla cierta ambientación no precisamente futurista, como la serie, pero sí emocionalmente oscura, creando una división muy marcada sobre el cada vez mayor alejamiento humano de su entorno natural para refugiarse en la dimensión tecnológica y digital.
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Hemos decidido aislarnos en un entorno social donde la naturaleza y lo real cada vez tienen un espacio más reducido. ¿Llegará un día en el que una planta se convierta en objeto de museo o que se le tenga que cuidar en aislamiento a causa de su cercana extinción?
Actualmente vivimos en una especie de caja donde permanecemos aislados por completo de la inmensidad del mundo real. Allá a lo lejos está el océano donde alguna vez se dieron los primeros vestigios de vida que después poblaron la Tierra. En el presente, el océano digital y la vida en él es el que se está imponiendo de manera fatalista.
Así cae el hombre sin remedio en el fondo de tenebrosas aguas donde ya no hay aire que respirar. No importa, finalmente el único aire que necesita es el que le da la aprobación de los demás por medio de un clic o un gris comentario que le haga sentirse bien.
Allá a lo lejos sigue ese mundo que ahora se ha vuelto película de culto de tan desconocido que resulta. El sol, el aire, el calor de la playa, el soplo de la brisa son reliquias de un mundo antiguo que ha sido sustituido por una fauna material e insípida.
Lo que se cree que es, ha dejado de ser. Lo que se cree que se ve, no corresponde a lo real. El mundo ahora se ve a través de una pantalla o una pintura. Lo natural es leyenda, mito. En el mundo futurista aquello que antes era tangible hoy sólo se conoce de manera artificial.
He aquí las dos especies que se disputan la supremacía del mundo futuro: la planta y la computadora. Una ha robado la atención del humano como si se tratara del último halo de vida. La otra pronto tendrá que luchar por sobrevivir.
Revistas de naturaleza se volverán las enciclopedias del mañana para que las generaciones atrapadas en la tecnología conozcan lo que era el mar, un jaguar o un ave. Ese color amarillo se volverá en la referencia de un pasado que será imposible que vuelva. Nostalgia será la enfermedad que castigue a una humanidad con cables en lugar de arterias.
Afuera el mundo clama por la presencia de los humanos que han dejado abandonada a la Tierra. En una casa cualquiera la computadora gana la batalla un día más. Ha robado el alma de alguien, le ha absorbido la vida y ha convertido su corazón en una máquina bombeante hecha de cromo, metal y arterias que pueden oxidarse.
En una especie de cueva yacen los miedos y obsesiones de un humano aquejado de tristeza. Ni los avances más grandes de la tecnología son capaces de darle un motivo para sonreír o para sentir que todo vale la pena. Se abraza a sus sentimientos y los oculta en redes sociales, haciéndolos pasar por una felicidad y prosperidad absolutas.
El ensueño y los mundos que habitan de manera entrecruzada son los temas principales de Jeremy Miranda, artista nacido en los Estados Unidos y que se ha hecho de un nombre aclamado por la crítica especializada. Sus obsesiones con la tecnología y la naturaleza nos llevan a reflexionar los papeles opuestos que ambos elementos juegan en la vida moderna de los individuos; quienes brillan por su ausencia en la mayor parte de la obra de Miranda. Conoce más sobre este artista en su página oficial donde se encuentra su catálogo completo.
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Indaga más sobre la pintura híbrido de Jeremy Miranda. Si crees que la sociedad en efecto cada vez se sepulta más en un fango de negatividad y vacío, debes conocer las pinturas que demuestran lo decrépito y degenerado de nuestra sociedad.
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Fuentes
Ignant
Pando