La sociedad moderna se rige por distintas normas y leyes que debido al carácter lógico y al tiempo que llevan impuestas nos parecen naturales. Las prisiones son lugares que viven bajo un precepto universal: haz algo malo y cumplirás una condena. Es simple hasta que se hace bastante evidente que las prisiones son todo menos un reformatorio para personas que pueden poner en peligro a otros individuos. Las prisiones se han convertido en el último lugar donde alguien quiere poner un píe, sitios condenados a la violencia, donde posiblemente al entrar puede ser imposible salir.
El sistema se encuentra devastado, encarcelan inocentes todo el tiempo y los delincuentes entran sólo para sobrevivir sin recibir la atención psicológica y social que deberían de gozar. Es un castigo estar ahí, pero ese castigo debe servir para que al salir se hayan reformado y busquen redimir sus crímenes, aunque eso raramente sucede. Sin embargo, existen programas que buscan generar un cambio, y ante la naturaleza del arte y sus efectos en los creadores de esta practica, fundaciones como “Koestler Trust” están provocando un verdadero cambio.
Transformación, renovación del espíritu o vislumbrar una vida optimista pues entendemos que existe algo, que no sabemos nombrar pero está ahí. El arte explota ese lugar invisible y en él nos refugiamos del mundo real, de esas paredes opresivas; viajamos más lejos de lo que podemos imaginar y la libertad se acerca. El arte puede lograr eso y más, y el fondo Koestler, asociación sin fines de lucro creada en Reino Unido, cree en la renovación de los prisioneros a través del arte.
Por medio de cursos, la asociación se dedica a dar clases de arte a gente que quizá nunca tuvo una educación formal. Personas marginadas que tomaron elecciones equivocadas en su vida, muchas veces consientes y otras sin saber distinguir entre el bien y el mal. Este acercamiento al arte prueba que la gente esconde mucho más de lo que aparenta, sólo basta esforzarnos por hallarlo.
Durante años el fondo Koestler ha reformado delincuentes y los ha convertido en artistas. Las obras que los presos crean entran a un concurso en el que las mejores son elegidas y exhibidas en una galería. Sin embargo cualquiera puede comprar la obra de los artistas, pues éstas se venden a precios extraordinariamente bajos debido a las leyes británicas que no permiten a un reo ganar más de cierta cantidad de libras. Si una obra es vendida, el dinero va al fondo financiero del reo, y según la asociación, esto significa mucho para los artistas pues ver algo creado totalmente de su esfuerzo y dedicación significa que ellos tienen un valor que nunca habían conocido.
Las obras que han salido gracias al fondo Koestler expresan algo mucho más profundo a comparación de lo que es creado en muchas escuelas de arte; la reformación por medio del arte genera obras totalmente originales, cuya técnica llega a ser sorprendente y aunque elementos importantes en la critica de arte pueden faltar, la pasión y honestidad que las obras muestran son prueba de que uno de los grandes problemas de la sociedad actual es la incapacidad de expresarnos.
En los más de 50 años que este fondo ha trabajado con presos, las historias de éxito han sido contundentes, muchos han logrado reformarse y al salir se han convertido en artistas de tiempo completo. Lamentablemente estos programas, sin importar su temporalidad, no han sido retomados por instituciones y asociaciones pues casi resultan inexistentes .
El arte para transformar el espíritu y reformar al hombre es quizá el mejor uso que se le puede dar a esta técnica de expresión humana. Fuera de la contemplación pasiva, el involucramiento total con la obra puede ser la forma en la que el arte cambie al mundo.
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Fuente:
Koestler Trust