“Mi intensión es despertar en el espectador un lugar donde el lenguaje se desvanece.”
– R.O
Ran Ortner es un artista contemporáneo que desarrolla una técnica hiperrealista con el agua. A través de sus exuberantes pinturas, transmite paradojas del océano contrastante entre la ferocidad y la ternura del oleaje para crear su propio concepto de infinitud.
Como artista evolucionó desde el minimalismo que practicó por años hasta la continuidad del expresionismo abstracto. Inició con obras kitsch de pequeño formato en California y al estar viviendo en la ciudad de Nueva York su obra se volvió reductiva, explorando una especie de minimalismo conmovedor. Trabajando con grandes paneles blancos con una sola curva, le dio la sensación de mirar a un horizonte – exactamente como lo veía sentado en su tabla de surf en espera de olas – y fue así como decidió que debía de pintar el océano de nuevo, aunque quedara fuera del ambiente artificial de galería contemporánea en la gran manzana. Convencido que podía oír a los críticos decir: “Vuelve a California, chico delfín”, supo que tendría que evitar las trampas del sentimentalismo cliché “decorativo” por ello apostó por el hiperrealismo y desde 2005 se inclinó por épicos paisajes donde la agitación del alma oculta en el agua se expresa en exclusiva sin muestras de tierra, cielo, figuras u otros puntos de referencia.
Con el fin de despertar nuestro aprecio por el mundo natural, crea pinturas sobre lienzos de hasta ocho metros de altura y más de treinta y dos metros de largo, utilizando tonalidades gris, azul y verde que él mismo crea en su estudio con aceites naturales.
Es en el agua donde Ortner encuentra un presente continuo en cada movimiento que se fusiona con el ritmo del cuerpo cuando el tiempo se disuelve en cada respiración en sincronía con el romper de las olas.
Se inspira en las pinturas marinas del maestro de lo sublime: Caspar David Friedrich, la sobriedad paisajista de Turner, el valor y la complejidad emocional de Rembrandt y la luminosidad y colorido trascendente de Mark Rothko, así como la vitalidad y la intensidad de las pinturas de goteo de Jackson Pollock.
Ran, ve en el agua la colisión de la vida y la muerte: cada marea alta es la vida insistiendo en sí misma, generosa dándolo todo en cada ola como parte de una danza infinita. Y en la marea baja, ve el lamento del océano, donde se limpian todas las heridas y la muerte se encuentra para llevárselo todo desde sus más oscuras profundidades, trayendo con ella tempestades devastadoras. Ambas fuerzas siempre trabajando sin parar, manifestando la multitud de energía en onda, pues es en el agua que muchos pensadores le reconocieron los misterios de la creación; un elemento esencial para la vida.
Continuamente las personas se definen o por el mar o las montañas, pero Ortner se decidió por ambos. Nacido en la costa cercana a San Francisco, a los cinco años se trasladó con su familia a las zonas rurales de Alaska, donde incluso con aguas heladas tenía acceso a desarrollar su creatividad en ambos escenarios. Un viaje a Ecuador lo llevó a encontrar su pasión por el surf. A su mayoría de edad se inscribió en las competencias de motos, en las cuales años después sufrió un accidente que puso fin a su carrera como piloto, fue entonces cuando vio en la pintura menor peligro que las carreras. En 1990 se trasladó a la ciudad de Nueva York, para adoctrinarse como artista, donde actualmente vive.