La naturaleza nos provee todo y como tal, hay que aprovechar cada uno de sus momentos: el último rayo de sol, la última gota, la última brisa de la tarde, la ventizca fresca de la mañana, la luz de luna que alumbra y, también, los duros trozos de madera.
Para el originario de Michigan, Dan Webb, esto no representa un problema; recupera a la naturaleza en trozos de madera que talla minuciosamente hasta obtener delicadas figuras que “ahorran” los recursos naturales y los convierte en arte.
Con una técnica puramente artesanal, Webb modela detalladas esculturas aprovechando cada trozo de madera que cae en sus manos. Para él, los pedazos del material sobrantes, y que algunos consideran desechos, son tan valiosos como la madera destinada para la fabricación de un objeto, razón por la que aprovecha cada hoja de madera. Con ello, el artista acorta la distancia entre el residuo y el arte a través de una yuxtaposición de la pieza final (la escultura) con una consecuencia (los sobrantes de madera), convirtiendo a estos en el origen conceptual de la obra.
El detalle de Webb en la talla de la madera es tal que logra quitar la rigidez visual del material. Y es que, según palabras del propio Webb: “hoy vivimos en un mundo en el que en la mayoría de las veces ya no se nos obliga a hacer nada”, por ello, el trabajo del artista adquiere un valor superior, pues no sólo “ahorra” la naturaleza, la trabaja, incluso, para sustituir materias plásticas comerciales, lo que resulta en un juego entre lo artesanal y la producción de dichos materiales; Webb sustituye la utilización de caucho o plásticos en sus esculturas y fabrica sus propiedades en madera.
El trabajo de Webb lleva el concepto de la entropía a terrenos insospechados; la madera cae en la improbabilidad de volver a ser lo que fue, o para lo que está concebida, y se “desordena” en piezas artísticas que devienen ya no en la muerte, sino en una vida útil a partir de su apreciación.
Mención especial merece su escultura Destroyer, una pieza formada a partir de una columna rectangular de abeto que cuenta con extremidades humanas finamente talladas; además, la excelsa representación de la flora y fauna en algunas de sus obras. Entre su producción se encuentran: almohadas, zapatos deportivos, telas y hasta brotes de agua, todo con una técnica que desafía los límites de la madera y la convierte en objeto perfectible.
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Dan Webb se mudó a Seattle en la década de los 80 y ahí realizó sus estudios en el Cornish College of the Arts, del que se graduó en 1991. Su talento como escultor y profesional de la madera lo descubrió en el último año de sus estudios, y lo perfeccionó años más tarde cuando se dedicó a ello de tiempo completo como una forma de meditación cuando su hermano fue diagnosticado con un tumor cerebral.
“Tengo el trabajo más tradicional que alguien posea”.
Webb ha trabajado en la colección permanente del Museo de Arte de Seattle, además de ser nominado para The Stranger Genius Award´s en el 2012. Su trabajo se exhibe, también, en varias colecciones de museos en Washington y Nueva York.
danwebb.squarespace.com