Pocas mujeres son dueñas de sí mismas. A menudo, son esclavas de cadenas emocionales de las que apenas se percatan. Viven atadas de pensamiento, con hilos invisibles pero poderosos están amarradas desde el alma; cualquier intento de libertad está imposibilitado, el juicio de los demás cae como pesadas lápidas a sus espaldas.
«Aquí está Romaine, que sólo pertenece a Romaine» se leía en el epitafio de una mujer que fue la excepción de esas mujeres dominadas por las ataduras. Mujer, artista y lesbiana: el combo perfecto para ser marginada por la historia del arte y borrada de la memoria de los grandes museos y galerías.
Romaine Brooks era cosmopolita desde su alumbramiento: nació en Roma —sorpresivamente para su madre, quien se encontraba de viaje— pero provenía de una familia estadounidense adinerada. Durante gran parte de su vida residió en París y más tarde —hasta los 96 años—murió en Niza.
En la clase alta —a la que siempre perteneció— la homosexualidad era algo no tan mal visto. La vida bohemia y creativa estaba casi soldada con la ausencia de pudor en los términos de la carne. Sin embargo, ésta pretendida “libertad” lo era sólo para unos cuantos: los varones. Los desnudos dibujados por mujeres eran vistos como un acto antimoral.
Muchos dicen que fue la situación económica y social en la que Brooks se desarrollaba, —y no su personalidad— la verdadera responsable de su valentía y transgresión a lo establecido. Que sólo por tener dinero y poder, pudo ser respetada. Sin embargo, ella, como muchas otras mujeres en la misma posición, pudo haber pasado por alto sus deseos y sucumbir ante el “qué dirán” de las personas cercanas. Además, aunque los temas de identidad y género aparecían en escena, ella fue una de las pioneras y ese diálogo habría sido imposible sin ella.
Incluso, un episodio de su vida habla sobre el cambio que efectuó en su vida: se casó con John Ellington Brooks, pero poco tiempo después dejó de ocultar su verdadera tendencia homosexual. «Brooks llevó a cabo una exploración de sí mismo a través de su trabajo. Para ella, como para la mayoría de las mujeres de su época, esa tarea significó la recuperación de sí misma y de su vida erótica».
«Las capas de colores apagados, superficies bien articuladas, líneas fluidas y espacios cuidadosamente elaborados crean una atmósfera cargada emocionalmente entre el aislamiento y la independencia». Su estética se caracteriza por el uso de grises y tonalidades pálidas a contraluz tenue, mismas que representan la condensación de los estados emocionales y psicológicos que bien conocía la autora —su hermano tenía trastornos mentales con los que ella y su madre tenían que enfrentarse a diario—».
El hecho de retratarse a sí misma vestida como hombre no era una cuestión accidental; era una actitud que imponía para enfrentarse al mundo sin temor a ser vista. En sus autorretratos, ella observa directamente al espectador. No baja la mirada, lo enfrenta.
«Ella fue una de las primeras artistas modernas en describir la resistencia de las mujeres a las representaciones patriarcales de la mujer en el arte. Ella entendió que las mujeres en el arte habían sido tratadas como objetos en lugar de sujetos. Ella hizo su misión cambiar todo eso », dice Cassandra Langer, biógrafa de la artista.
Como se lee en El arte de Romaine Brooks, «las elecciones de moda de Brooks también permitieron a las lesbianas de clase alta identificarse y reconocerse mutuamente». Es decir, fue un referente para otras mujeres homosexuales que buscaban una manera de sentirse identificadas.
Las mujeres que aparecen en sus pinturas son en su mayoría, sus amantes. Los elementos que las acompañan están llenos de significados ocultos que expresan una sexualidad tímida y sutil. La mayoría de sus miradas están un poco perdidas, parecen extraviadas, extrañas.
Más allá de las interpretaciones que sobre la vida y obra de esta pintora puedan hacerse, lo cierto es que fue un hito no sólo en la historia del arte sino de la liberación femenina. Fue un importante referente que abrió la discusión sobre la diversidad sexual y la verdadera libertad de ser una misma.
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