«La Mona Lisa es andrógina —mitad hombre y mitad mujer—. Diferentes teorías aseguran que la pintura se basó en dos modelos. La primera fue Lisa Gherardini y la segunda fue Salai, el aprendiz de Leonardo», dijo Silvano Vinceti en entrevista con The Telegraph.
Para comprender qué significa ser andrógino, hay que tener claro que el sexo y el género no son la misma cosa. El sexo se refiere a las características fisiológicas con las que nace una persona; es decir, si biológicamente es hombre o mujer. El género son los comportamientos, ideas y valores que se adoptan, es decir, la significación cultural del rol que se asume. El género y el sexo no son necesariamente afines; la correspondencia mujer-femenino, hombre-masculino, no existe siempre.
¿Qué pasa cuando se reúnen dos géneros en un mismo individuo? Resultan seres andróginos.
andros (varón) y gyne (mujer)
Este término aparece por primera vez en el discurso de Aristófanes, incluido en El banquete de Platón, en el que se narra la existencia de un ser primigenio que no era hombre ni mujer, sino ambos. A diferencia de los varones y las féminas, estos seres tenían cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas y dos órganos sexuales.
Según el mito, estos seres cometieron el peor de los pecados: la soberbia. Debido a que se bastaban a sí mismos y eran suficientemente fuertes, se sintieron poderosos y buscaron la manera de atentar contra los dioses. Al enterarse, Zeus decidió dividirlos en dos. Desde entonces, los seres humanos estamos incompletos y en busca de la “otra mitad” de la que nos separaron.
Según lo explica Jean Libs en El mito del andrógino, éste no sería la reunificación de sexos diferentes, sino que es también «la síntesis reconciliadora de todas las oposiciones que se enfrentan, es la coincidentia oppositorum que resuelve y anula todas las tensiones nacidas de la división y de la existencia correlativa de parejas de opuestos» .
La androgina es un tema que sigue acaparando nuestra atención. En la década de los 70, Sandra Bem creó el Inventario de Rol Sexual (BSRI) por sus siglas en inglés. Según el puntaje de las personas encuestadas, se podía medir la tipología de género; desde la androginia hasta los seres que tenían un género indiferenciado.
Las personas que tenían altos índices en comportamiento andrógino, registraron niveles más altos de autoestima y facilidad para adaptarse a las circunstancias. También se mostraban más saludables, eficaces y flexibles emocionalmente. Además, todas ellas tenían una imagen propia más positiva que el resto de los encuestados.
La sensualidad y el erotismo no pertenecen a un género. Éste no es un limitante, al contrario, puede potenciarlo. Así podemos entenderlo con estas ilustraciones. Nos muestran a cuerpos latentes pintados a lápices. Las sombras va construyendo cada pliegue, la iluminación define las texturas, nuestra imaginación pone el resto.
«El poder que tiene un pequeño cambio en cómo representamos a hombres y mujeres a través del arte es fascinante […] La sociedad le da gran importancia a lo que se considera inherentemente masculino o femenino; sin embargo, la vida no es negra o blanca», reflexiona Natalie Hutton, la diseñadora y creadora de estas imágenes.
Si ponemos atención en estas obras, es posible ver que son pequeños elementos los que provocan el desconcierto; si bien en su mayoría son cuerpos varoniles, basta una mirada, un toque de color en los labios o una prenda para hacernos cuestionar cuáles son los márgenes de lo femenino y lo masculino.
Esto puede ser indicador de lo relativo que son las fronteras del género y las polivalencias que existen en la sexualidad humana. Si quieres conocer más sobre ella, sigue el trabajo de Hutton en Instagram y visita su sitio oficial para conocer más.
Si quieres saber más de arte, conoce al artista que convirtió su obra en la más cruda, angustiosa y melancólica y conoce a este otro que redefinió la fuerza y la violencia de las mujeres heridas.