Como muchas artes escénicas, la principal fuente de inspiración y material proviene de fuentes literarias. El gran reto de transportar estas historias y cuentos a las tablas, como en el cine, se debe al poder que relaciona los textos y las palabras con la imaginación. La pregunta para los productores de obras literarias a adaptaciones teatrales es, ¿cómo transportar todo el poder de nuestra imaginación a la realidad? Esta tarea depende no sólo de ellos sino de todo un grupo de artistas que trabaja detrás del escenario… o de una computadora.
La danza, como la mayoría de las actividades actuales, no podía quedarse fuera de los avances tecnológicos. A estos “ocultos” artistas escénicos, que van por nombres como iluminadores, escenógrafos, vestuaristas, tramoyistas y asistentes de producción, se les han sumados artistas expertos en las artes visuales digitales, programadores y animadores. Una muestra de su destreza se deja ver a través de nuevas producciones de ballet como la de Alice’s Adventures In Wonderland; puesta en escena basada en la famosa obra de Lewis Carroll y llevada a cabo bajo comisión del Royal Ballet de Londres.
Con coreografía de Christopher Wheeldon, Alice se plantea como un ballet surrealista que atrae tanto a chicos como a grandes. Wheeldon comenta que “la compañía cuenta con un repertorio lleno de obras basadas en literatura, muchas de ellas dramáticas y trágicas, lo que buscó con Alice es crear algo mucho más ligero y alegre”; donde el manejo de la tecnología ayuda a crear un ambiente envolvente para los espectadores, buscando generar una nueva propuesta experiencial en el ballet.
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La historia, como cualquier adaptación, cambia algunas de la escenas o datos de los personajes en beneficio de la obra, en esta ocasión nos encontramos con una Alice adolescente quien se enamora por primera vez. El chico es el hijo del jardinero quien, culpado de robar una tarta, se escapa de la casa. La heroína de la historia va en su búsqueda y en el camino se ve atrapada en un mundo de fantasía, comedia y surrealismo.
La obra es un resultado de la mezcolanza entre diversos estilos de danza como el ballet, ballet contemporáneo y el Mad Hatter mostrando sus habilidades con zapatos de tap. La inserción de escenografía digital dentro de la escenografía tradicional, el uso de elementos del teatro negro, vestuarios y la caracterización de los personajes extremadamente llamativa, colorida, gran parte inspirada en la cultura pop, más la composición específica de un score musical para la obra ayudan a que ésta se asemeje al mundo de los sueños y la imaginación al que nos transportamos al leer el libro.
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La producción de Alice’s Adventure in Wonderland se estrenó en Londres en febrero de 2011 con diversas críticas. Esta producción ha sido implementada en el repertorio del Ballet Nacional de Canadá. La obra poco a poco ha logrado colocarse como competencia de obras clásicas como el Cascanueces o Cenicienta y sin duda alguna todos los críticos coinciden en que el Royal Ballet, una vez más, se distingue entre las demás compañías de danza por apostar a la vanguardia en elementos técnicos, escénicos y de vestuario.