¿Qué es la vergüenza sino ese estado que nos permite saber que hemos pasado los límites de lo permitido para encontrarnos ante una realidad sumamente incómoda? Muchos viven una existencia llena de pecado que ahora, ante los ojos del resto, sólo podemos ver como embarazosa, porque claro, dentro de estas limitantes nosotros no seríamos capaces de hacer algo que rompiera con las normas que tenemos tan instauradas en la cabeza.
Pero tal como dice Alfonso Rodríguez Castelao, “la vergüenza es peor que el hambre”, un sentimiento que nos hace sentir vacíos, sin vida, listos para morir ante los demás, listos para no ser nada ante las miradas penetrantes de los que nos observan sin compasión. Pero aquellos que lo hicieron, ¿realmente habrán sentido vergüenza tal?
Considerar que un artista es un loco no es del todo incorrecto y a veces sus acciones hablan más que mil palabras, porque tal vez ellos causaron la deshonra de los de su alrededor sin pensar en las consecuencias, pero existen otros errores, los de la condición humana por los que ahora sólo podemos sentir ese descontento general, porque las circunstancias e ignorancia fueron las creadoras de un cúmulo de emociones que ahora sólo podemos calificar como aberrantes. Pobres de ellos, de los que ahora nos avergonzamos, pero qué mal lo hicieron en el tiempo que vivieron.
–
Gesualdo y su vida sin límites
Don Carlo Gesualdo fue un compositor italiano en la época tardía del Renacimiento. Su vida privada estaba llena de sexo, sadomasoquismo y muerte. A los 20 años se casó con su prima de 24, María d’Avalos, quien fue seducida por dos hombres para tener sexo con ella. Cuando Gesualdo y María se casaron, él la descubrió con el duque de Andria, quien vestía las ropas de ella, los dos fueron asesinados en un arranque de coraje y probablemente asesinó también a sus hijos pensando que pertenecían al Duque. Sus crímenes fueron perdonados por ser miembro de la corte, pero continuó con un grupo de jóvenes del castillo que lo acompañaban en orgías sadomasoquistas. También fue culpado de brujería y juzgado por la inquisición. Murió a los 47 años.
–
Confunden instalación de arte con basura
Su obra “¿Dónde vamos a bailar esta noche?” fue hecha por los artistas de Milán Goldschmied y Chiarilos. Tenían el objetivo de representar los excesos que se vivieron en los 80. En un salón lleno de botellas de champaña, colillas de cigarro, confeti y globos, habían logrado su obra maestra de arte contemporáneo. De pronto, los directivos se dieron cuenta de que la obra ya no estaba y momentos después, la encontraron en el basurero. El personal rescató la obra para volver a poner la instalación con base en una fotografía que tenían.
–
Miguel Ángel y la censura
Todos los personajes de la Capilla Sixtina estaban completamente desnudos, sin embargo, esto no le gustó a los Cardenales y mucho menos al maestro de ceremonias Biagio de Cesana. El Papa Paulo III Farnesio le pidió al discípulo del pintor Daniele da Volterra que cubriera las partes íntimas de los personajes del “Juicio Final” con pequeños velos. Después de esto, el discípulo fue nombrado como “Braghettone” o “el que pone bragas”. Miguel Ángel se molestó en demasía, pero los cambios de Daniele nunca fueron removidos.
–
Henri Matisse, la bestia
Cuando Matisse se encontraba en el hospital a los 21 años por causa de una apendicitis, su madre le llevó pinturas para que no se aburriera, después de esto Matisse abandonó su carrera en leyes y se trasladó a la Academia Julian en París. El 18 de octubre de 1905 él y otros pintores como Road, Auburn y Bertrand se presentaron en el Salón de exposiciones de otoño en París: pinceladas audaces y colores intensos. El crítico Louis Vauxcelles entró en la sala de exposiciones y exclamó: “Parece feroz y terrible”. Al centro del salón se encontraba un busto de mujer al estilo clásico de Donatello y dijo:”Mira, Donatello está rodeado por un grupo de animales salvajes”. Así se nombró a este grupo de pintores, descalificados por hacer una revolución en el arte.
–
Los dadaístas que fueron abucheados
El Dadaísmo nunca buscó agradar al público, sino más bien, hacer una crítica a lo absurdo que parecía ocurrir en la realidad. Los dadaístas, igual que su nombre, intentaban mostrar ese absurdo con poesías, obras de teatro y pinturas que no tenían ni pies ni cabeza. En muchas ocasiones se subían al escenario a recitar poesías que ni siquiera eran inteligibles, en otras, sólo se sentaban y hacían como que tocaban o gritaban sin control. Las reacciones del público siempre eran malas: lanzaban objetos y abucheaban sin mesura, como cacahuates, vino o lo que estuviera a su alcance.
–
Diego Rivera rechaza a María Izquierdo por ser mujer
Cuando hubo una comisión para decorar los plafones del Departamento Central en el Ayuntamiento, pintores como Diego Rivera pintaron todo para no dejar que ella pintara, asegurando que si lo hacía, la calidad iba a bajar pues no era una buena pintora. Ella ya había creado los bocetos de esos murales, más tarde los recortó para venderlos como pintura de caballete. Más tarde, Izquierdo declaró: “Es un delito ser mujer y tener talento”.
–
Jackson Pollock hacía el ridículo por un trago más
Después de recaer en la bebida después de dos años de no probar una gota de alcohol, su arte se hizo más oscuro. Durante una muestra en la galería Parsons, no logró vender ningún cuadro, por lo que abandonó su método “drip” y comenzó a pintar en blanco y negro sin ningún éxito. Deprimido y obsesionado, comenzó a frecuentar el bar Cedar en Nueva York. Bebía hasta que lo cerraban y con regularidad participaba en peleas.
Algunos le compraban un trago sólo para ver el ridículo que podía ser capaz de interpretar ese día. Y los jóvenes artistas que se reunían en ese lugar, intentaban tocarlo para que les diera buena suerte. Su esposa llamó a la madre de Pollock para pedirle ayuda; preocupada y angustiada por su estado anímico y su presencia, efectivamente, ayudó a estabilizar el ánimo de Pollock. Comenzó a pintar nuevamente. Acabó su cuadro “The Deep” y parecio sobresalir, pero las nuevas demandas de los coleccionistas de arte lo presionaron tanto, que nuevamente utilizó al alcohol para intentar salir de su crisis.
–
James Joyce se escondía detrás de Hemingway
Ernest Hemingway tenía una relación bastante extraña con muchos escritores, una vez golpeó a Max Eastman con un libro en la cara. Se hizo gran amigo de James Joyce, eran una pareja extraña. En el obituario que Hemingway escribió para Joyce, dijo: “Un hombre delgado, ralo, sin músculos, con visión defectuosa”. El escritor del “Ulises” tomaba en demasía y después comenzaba riñas. Cuando estaban a punto de golpearlo, se escondía detrás de Hemingway y le decía: “Pela con él, Hemingway”. Hemingway era aficionado al box. Los dos halagaban el trabajo del otro y eran grandes amigos.
–
Fra Filippo Lippi y su amorío con una monja
El pintor florentino del Renacimiento tenía un talento extraordinario que no consiguió la misma fama de sus contemporáneos. La Enciclopedia británica lo considera “un hombre dominado por sus pasiones” y durante su vida generó controversia por sus deslices amorosos. En 1456 lo comisionaron para pintar en un convento de monjas llamado Santa Margherita en Prato. En ese lugar sedujo a una monja llamada Lucrezia Buti, quien debía posar para su pintura. Como el pintor era protegido por los Medici, el Papa le otorgó el perdón después de una ligera tortura. Los dos vivieron el resto de sus existencias como amantes.
–
El motín en un espectáculo de Stravinsky
Cuando Igor Stravinsky comenzaba su espectáculo “The Rite” el 29 de mayo de 1913, la audiencia estalló en cólera y comenzó un alboroto. La obra era experimental, pero antes de que el telón se levantara, la gente comenzó a abuchear y gritar, los bailarines comenzaron a bailar y al ver el ánimo del público, descendieron rápidamente. Lanzaron vegetales e intentaron parar la obra.
¿Qué tan avergonzantes son estas acciones? Tal vez los más liberales dirán que nada, pero otros, los que no se esconden detrás de las máscaras de “una mente abierta”, concordarán en que pudo ser mejor que estas cosas nunca ocurrieran.
***
Te puede interesar:
Las obras de arte más ridículas
Canciones que amábamos y hoy nos avergüenzan