Volando al Sol

“La intuición no es una opinión, es la cosa misma”, Schopenhauer Oscuridad, oscuridad total y oscuridad que muere. Cuerpos, cuerpos y cuerpos, despertando, levantándose y viviendo. —¡Estoy vivo! ¡Estoy viva! ¡Estás vivo! ¡Estamos vivos! Iluminados por las luciérnagas, las flores de la noche y la niña (Vanessa Bauche), en realidad una mujer joven se encuentra

Volando al Sol

“La intuición no es una opinión, es la cosa misma”, Schopenhauer

Oscuridad, oscuridad total y oscuridad que muere. Cuerpos, cuerpos y cuerpos, despertando, levantándose y viviendo.

—¡Estoy vivo! ¡Estoy viva! ¡Estás vivo! ¡Estamos vivos!

Iluminados por las luciérnagas, las flores de la noche y la niña (Vanessa Bauche), en realidad una mujer joven se encuentra entre dos fuerzas. Es la niña que regresa, el alma que vuelve, que regresa a su origen y al Universo de su abuela, el origen del origen mientras ella lucha entre dos implacables fuerzas.

La bruja blanca y la bruja negra.

Vol3 - volando al sol

No obstante, una misma fuerza. No contradicción ni oposición sino equilibrio, equilibrio cósmico del corazón. Y la tierra festeja, festeja su reencuentro con ella y ella cree que está soñando. Soñando, soñando entre dichas fuerzas, la blanca y la negra pero una misma en la esencia de la naturaleza. Luego, el canto de un caracol marino y los cuerpos, lentamente, se despiertan chuecos, tiesos y lentos. La niña enferma y la fiebre aparece, la bruja negra le viola el pecho y entran tres machetes. Y aunque la ira primigenia no tiene nada qué ver con ella, todo se vuelve rojo. El sueño de la muerte es el principio y sus lamentos el comienzo, la niña es acosada por los fantasmas del campo y el sometimiento de los créditos, sus deudas y los monstruos financieros.

—¿Cómo siendo un país tan rico no hay para comer?

Y la niña no se arrepiente de estar ahí, en el campo, en la tierra, en la pobreza de estas tierras. No se arrepiente aunque truene y llueva, y no se arrepiente porque ella es también parte de estas tierras. Y canta la niña, canta a la tierra, canta feliz de encontrarse en su tierra:

Ábrete corazón, ábrete sentimiento,

ábrete entendimiento, deja a un lado la razón

y deja brillar al sol, escondido en tu interior

Y cantan los muertos:

Para volar al sol, para volar a Dios

hay que aprender a ser humano

La niña lo sabe, lo sabe más que nadie. La importancia del campo, vivir en el campo, ser en el campo. Ser el campo. Sabiduría y salud a los campos. Entonces las voces, las voces eternas, las eternas voces del campo. La niña comprende, y entiende, la polarización que sus liberales acciones acaecen. El campo la cuestiona:

—¿Tú qué sabes del hambre? ¿Tú qué sabes de la miseria? ¿A qué vienes, a burlarte? ¿A quién le sirves?

A nadie.

—Y no hables como nosotros porque se escucha falsa tu lengua.

- volando al sol

Ella insiste en la ciencia moderna sin negar o rechazar sus conocimientos milenarios, su sabiduría y cosmovisión de antaño. Poner ambos conocimientos al servicio de estos campos. Pero persiste la resistencia del campo, las costumbres y sus usos milenarios. ¿Cuáles deben abandonarse, cuáles deben salvaguardarse? Abandonar el machismo, el concepto de trabajo como privilegio del hombre, abandonar la idea reductora del hombre como beber mucho y coger mucho. Abandonar la idea del hombre como dictador y la mujer como signo de esclavización.

—Yo soy simplemente un ser humano —dice la niña, dice madura, dice dispuesta a trabajar la tierra, y su tierra la cubre, con cantos y música, poesía metafísica. Y le ponen alas, y ella vuela con las alas, y llora con sus alas, y agradece y siente con toda su alma—. ¿Me enseñan lo que cantan?

Le cantan a la luna, el canto habla de la luna y ella comprende lo que dicen, y comprende sonriendo, la comprensión ontológica del sentido del juego. Ella sólo quiere integrarse, no por obligación sino por un deber místico del corazón.

—Un compromiso conmigo, con mi pasado, voluntad escondida, inaccesible e inexplicable.

¿Qué hace alguien como ella en estos contextos? Aparecen los machetes y la bruja negra le enseña su corazón y se lo entrega en las manos, y llora con el corazón en sus manos. Y todo sube, sube el ambiente, sube la música y sube la luz. Y ella se despide sollozando, llorando, contando sus lágrimas en un canto de lluvia y silencios desencantos. El pueblo y sus mujeres la acusan, dicen que se fue metiendo poco a poco en la conciencia de los hombres. Por supuesto, pero no como ellas suponen. ¿Ayuda tecnológica o mala intrusa? Una la acusa de que provocó la mirada de su futuro marido, y la culpable es ella. La mujer diferente es la culpable de todos los males y, sólo en esa plataforma de machismo, los hombres no son responsables de lo que hacen, simplemente son hombres. Son hombres y se chingan las mujeres. La culpable, por piruja, es la mujer, la mujer y sólo la mujer según los usos y costumbres de la vida en el campo y sus diversos contextos. La culpable es la niña por la incomprensión de su ser más allá de dicha inequidad.

—¿Qué buena mujer anda revoloteando entre puro hombre? —dice una.

—Ninguna, ninguna —dice otra.

Entonces el aullido de los lobos.

—La tierra gime como un monstruo llorando de abandono.

Aúlla de dolor y se lamenta por la sequedad, dolor por la sequedad y el hambre que ello originará y sucederá y la muerte cabalgará. Lamentos, lamentos de la tierra, y la niña llora ante un universo desconocido, el miedo, la soledad y el abandono por su destino. Los muertos entran con flores, incienso, mole y mezcal. Las muertas con flores y velas. La niña se siente perdida, asustada y con frío. Hasta que se encuentra con su abuela, quien la consuela con su espíritu campesino.

- volando al sol

—No intentes explicarlo—dice la abuela—, sólo vívelo intensamente.

Ella viene de muy lejos, de donde vienen los sueños.

También la niña, su nieta, quien como llegó se fue, como la lluvia. Y ella, efectivamente, llegó y cambió, algo en la consciencia de los hombres cambió. En el campo, por tradición, la ciencia de la observación es un tributo a la intuición. El llamado de la naturaleza, su voz, su olor, su canto y sus señales, sus símbolos y sus mensajes. Ambos mundos encontrados, contradictorios en sus formas y autoridades, pero en el alimento del campo como semejantes. El arte de la humanidad está en el equilibrio de dicha diferencia, y la mutua y consciente definición de las fuerzas que se oponen. Campo y ciudad, tierra y capital, comida y mercado, la dialéctica de su relación y su constante proceso de superación.

La niña hermosamente enseña nuevas técnicas de siembra y cosecha, pero los celos de los hombres no la dejan, la burlan y lastiman, la ignoran y denigran. Los machetes la retan por, supuestamente, no saber nada de la vida en el campo, empero, claro que lo sabe, por supuesto que lo sabe, lo sabe y por ello el deber de transmitir lo que sabe. El campo es su origen, es su abuela y el origen de su abuela. El campo es, en lo fundamental, el origen de todos. El campo somos todos nosotros, pues todos nosotros somos, existimos y vivimos por el campo. Nuestro alimentos, nuestro corazón y sus manos, las manos que hacen de su existencia el campo. Todos somos y somos todos por el campo. Sin embargo, la discriminan y subestiman su voluntad por costumbre de maltratar a su género. No obstante, el uso deja de ser costumbre cuando dicha costumbre cesa, aunque los usos se violenten para mantenerse en la vigencia de las costumbres. Entonces el rojo, todo es rojo. Todo el cosmos se tiñe de rojo.

Oscuridad y farsa, los extremos que nos acercan al ser, su negación y el devenir como la negación de la primera negación. Un programa de TV como el concepto de lo indígena a través de occidente, y como el concepto del gobierno y su atole con el dedo. El mercado de la moral, de la esperanza y el conformismo social. Filantropía e hipocresía, y la alta burocracia pavoneándose en su circo de mentiras. El precio de los tomates en oferta y el secreto y no secreto empresarial del abuso en su compra. La división de calidad y los beneficios sólo para el capital. La máscara de magnanimidad social y el lavado de manos por las pérdidas en los campos, pues para las grandes cadenas es únicamente asunto de los campesinos si hay problemas en su cosecha.

Y la niña entre los dos mundos, intersección entre dos visiones, dos acciones y dos formas de vida. El pueblo, y sus muertos, la abrazan y la acarician. Es el día de la graduación y ella tiene que estar con ellos, y va su conciencia, la conciencia de ellos, la eterna relación de la razón y el sentimiento.

—Juntos y unidos somos más fuertes.

Para ello hay que integrar en el presente una interpretación del pasado que nos permita trascender las heridas, su dolor y el sufrimiento del trauma como el vicio de nuestro origen de melodrama, los errores del prejuicio y los obstáculos sociales y sus formas que nos separan; trascender la diferencia como un problema y entablar la pluralidad como nuestra mayor riqueza cultural. No el pueblo sino los pueblos, no la voz sino las voces, no yo sino nosotros.

Vamos de regreso al sol.

Volando.

Volando al sol.

Aplausos de pie a los actores, al dramaturgo y a toda la producción.

Volando al sol se presenta los lunes (19 hrs) y martes (17 y 19 hrs) de Julio y Agosto en el Teatro Telón de Asfalto (Calle Perpetua núm. 4, Col. San José Insurgentes).

Entrada Libre

Reservaciones: mexicovolandoalsol@gmail.com

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