Asegurar la existencia de un asesino serial con la naturaleza y el modus operandi de Jack el Destripador, de un sujeto capaz de cometer cada uno de los crímenes sucedidos en East End, es –según varios expertos– una justificación ramplona y sencilla para la escabrosa, casi incontrolable ola de violencia en uno de los barrios más peligrosos de Londres.
De acuerdo con la opinión de historiadores y profesionales de la criminalística, los diarios de aquel entonces y que realizaron la cobertura de cada homicidio, pudieron haber sido movidos por el titiritero de la política o el pánico social para afirmar que cada crimen era perpetrado por el supuesto autor de cartas que “provenían del infierno”. Incluso, puede que este personaje jamás haya existido y en realidad fuese el resultado de una invención en comunidad para dar cuerpo y nombre al terror de sus tiempos.
Si seguimos de cerca las investigaciones de Simon Wood, autor de Deconstructing Jack (2015), podemos llegar a la conclusión de que este ser siniestro no fue más que una invención de los medios de comunicación para influir en la opinión pública y crear una historia alternativa a la realidad y generar otros estratagemas de la biopolítica conveniente.
Sin embargo, las sospechas y los relatos que ha despertado este cruel hombre –mismo que tiene ya un museo en Europa–, no se han detenido a lo largo de todos estos años, ni frenado un sinnúmero de hipótesis alrededor de su actuar. “El asesino de Whitechapel”, “Delantal de cuero” o simplemente Jack el Destripador, son los nombres atribuidos a este infame asesino en la historia de Europa y el mundo; hasta hoy, nadie ha sido nombrado como el verdadero, los asesinatos terminaron tan repentinamente como comenzaron, pero una de las apuestas aún vigentes se centra en uno de los pintores más influyentes de la Inglaterra victoriana: Edward Sickert.
Pero, ¿por qué se ha creído esto por tan largo período?
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El Londres de aquel entonces estaba aterrorizado por los asesinatos y más de 100 sospechosos fueron investigados en ese momento o en los años inmediatos; así, los estudios demostraron con rapidez que el asesino tenía un amplio conocimiento en cirugía y la anatomía humana. Lo cual indicó a su vez que éste probablemente tenía una educación y nivel social más alto que el tipo de personas comunes en Whitechapel; dicho criterio redujo la lista de posibles sospechosos a las personas más prósperas del área circundante en ese momento. Walter Sickert entre ellas.
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Otro de los puntos más importantes es que Stickert ocupó, según los registros, una habitación que presuntamente también habitó el asesino; de hecho, fue en ese espacio que el artista realizó una pintura llamada Jack the Ripper’s Bedroom.
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Antes que muchos de sus coetáneos en Inglaterra, Stickert tomó el tema de la prostitución como un tópico principal para su arte. Asimismo, su fijación por la muerte en muchos cuadros que realizaba tampoco era algo común.
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De esta manera, se piensa también que cuatro pinturas de Stickert –a partir de 1908– y que muestran a mujeres reclinadas de rostros ocultos, son una suerte de confesión estética por parte del pintor.
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Conforme a las investigaciones del Scotland Yard, de todas las cartas enviadas a la policía o a los periódicos, 2 fueron escritas sobre un tipo especial de papel que sólo realizaba la firma Guerney Ivory Laid; de las 24 hojas que esta productora hizo con determinadas marcas y tonalidad, resulta que tres estuvieron en posesión de Stickert.
Así, muchas otras especulaciones han girado en torno al asesino serial más famoso de todos los tiempos y apuntado a uno de los artistas de menor perfil en la historia del arte inglés; no obstante, un gran grupo de fanáticos en el tema no descarta la posibilidad y no descansa de encontrar nuevos indicios para este hipotético vínculo entre Stickert y Jack. Lamentablemente, lo único que ha dotado de fama a este artista en los últimos años, no es la relevancia oscura o su participación en la escena estética de un Londres decadente, sino su posible vida privada como ese sanguinario homicida.
Obsesionado con la vida de pobreza y crueldad en ese entonces, Stickert desarrolló una producción artística que muchos no se atrevieron; tal fue su fijación, que en 1907 se interesó de tal manera en el “Crimen de la ciudad de Camden” –escenario vinculado a Jack– que pintó varias versiones de ese suceso, ligándose así a dicho personaje. En el mencionado cuadro, un hombre aparece sentado con una actitud de desconcierto en una cama, mientras una mujer desnuda está recostada en ella. A veces el mismo Stickert le exhibió con el título ¿Qué deberíamos hacer con la renta? –como una pantalla para el tenebroso trasfondo de la pintura–, otras veces como El Crimen de la ciudad de Camden .
Finalmente, Stickert es considerado como un mito de la historia criminal en el mundo, que como esa figura de la transición inglesa del impresionismo al modernismo, que como influencia imperdible para el estilo británico del siglo XX, que como uno de los fundadores del colectivo postimpresionista más importante de su contexto: el Camden Town Group.
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