A partir de Higiene de los placeres y de los dolores de Héctor AzarDirección: Rabindranath Espinosa y Marcela Bourges
Horas antes había roto un vidrio, en la madrugada, para entrar en lo que antes era mi casa y poder tocar el piano abandonado por mis manos. Me corté y la sangre manchó las teclas cuando el estruendo de mi espíritu desahogó todo mi dolor por las más brutal decepción. Decepción, eso es lo que atormenta mi dolor, y decepción es lo que me repite esa voz de verdugo en mi interior. Llorando en la oscuridad regresé a la ciudad de México y en el metro me perdí entre mis recuerdos y mis hijos. Llegué al metro Auditorio y la distancia horizontal se ponía de pie ante mí como un castigo. Nunca había estado tan deprimido. Reconocí a un actor y lo seguí hasta el Teatro Orientación. El policía de la entrada me simpatizó y al ver a los actores reinició lentamente mi momento de recuperación. Los saludé con la extrañeza de la mano izquierda y, derritiéndome de calor, me senté al lado de Izchel, quien con su sonrisa y entusiasmo hizo que todas mis penas se quedaran afuera. Ya estaba en el teatro y este existencialmente protegió mi corazón de las decepciones del alma. Me senté en tercera fila y sólo el bolígrafo recordaba mi trágica cortada.
Primera llamada. Un hombre entra y se derrumba frente a Miss Stonebraker, luego una mujer atrás y otra a su lado. Segunda llamada. Otro hombre cae al centro del escenario, luego otra mujer y dos hombres más. Tercera llamada, entra Jaime López y el piano se pone a temblar. Despiertan los cuerpos, mundos individuales en su propio universo, cada uno en su cosmos existencial. Hasta que el muelle pone a uno a pensar en los pueblos, sus luchas y sus causas justas. Otro reflexiona en la vida como punto de partida de la felicidad y entonces vuelve a temblar el piano y todos vuelven a sus respectivos mundos. Hasta que aparece la chica que se toma fotos a sí misma. “El placer de la enseñanza”, y sale conteniendo una risa traviesa. Miss Stonebraker es presentada y se regodea en sus propios aplausos dentro de su cabeza. “El placer de la vejez y del recuerdo”, nuevamente la risa traviesa.Entra el presidente de la academia de poesía con arrogancia, soberbia y prepotencia. Alguien del público no puede aguantar más y se ve rebasado por su admiración, sube corriendo con ojos de emoción. “Lo sabe usted todo”, y le pregunta por una comida para conversar, pero el presidente prefiere una copa. El muelle nuevamente y el hombre nos pregunta quiénes somos, ¿el amigo o el enemigo común? Tiembla el piano y los mundos comienzan a chocar sus miradas, sus acciones, las reacciones. “El placer del reencuentro y el retorno”. Se despliega una pantalla blanca y en video aparece La Condesa. “Los golpes tumultuosos de mi corazón” y jadea. Su imagen es cortada, literalmente, por uno de los mundos. “Señora Condesa, hasta mañana, todos debemos dormir un poco”.Miss Stonebraker nos habla del placer de los sentidos, el placer sensorial, y la mujer a su lado con el timbre de la voz, primero agudo y luego grave. Y todos la siguen. “No quiero que me ayudes, Darling”. Se rompe la cuarta pared por los amos de la noche: el público amado, que entra al teatro y sale por la misma puerta, no es el mismo camino a casa. El silencio como asentimiento.El placer de comer y el de la inteligencia, y el presidente de la academia de poesía, y su admirador Nicky, brindan por ésta. “La patria se debate entre gravísimos problemas.” ¿Cuáles gravísimos problemas? “La patria somos todos nosotros”. Sin embargo, el público sí tiene gravísimos problemas. ¡Teatro! El piano nuevamente tiembla y todos se vuelcan.“Los placeres son los móviles de los actos humanos (y también inmóviles).” Luego un juego de lenguaje, sonidos, sonidos y sonidos; todo se mueve, todo sube y los universos colapsan, chocan, bailan, gritan, suben. Vuelan. “Libertad, igualdad y fraternidad”.El placer de la inmortalidad. “Dicen que la historia se repite”, dice uno. “La historia no es nada más que una bacinica despostillada”, dice la máscara que se ha comprado un teatro. Viene la separación y el cambio de máscara, sube a lo alto de las escaleras y ofrece miles de muertos. “El mundo depende del cristal que nos separa” y Jaime López eleva el piano que trasciende a cada uno hasta terminar entre el cielo y el suelo como al inicio. Y en lo alto, la máscara. La máscara, siempre la máscara. “Au revoir!”
Aplausos.***ZOON THEATRYKON: FANTASMAGORÍA AL AZAR se presentará del 11 al 14 de junio (jueves y viernes a las 20:00 hrs, el sábado a las 19:00 hrs., y domingo a las 18:00 hrs.) en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque (detrás del Auditorio Nacional).