Las modas ocurren en todo aspecto social en los que interactuamos nosotros, los humanos. Pasa en el arte, el cine, la televisión, la moda, la música, etcétera. Hoy nos queremos enfocar en una tendencia que parece ir y venir con el paso de las décadas, pero que en estos últimos años ha golpeado fuertemente al entretenimiento: las bioseries. Wenceslao Castañares, doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, menciona cuatro propiedades definitorias en los reality shows: hiperrealidad, protagonismo de la gente común y corriente, presentación pública de lo privado e interactividad. Estás cuatro características, para el Doctor Castañares, son fundamentales para el éxito de este genero televisivo. Ya había pasado la primera década de este nuevo milenio, aún no llegaba el apocalipsis industrial, pero lo que sí llegó fueron las narco-series o narco-novelas. Historias donde el protagonista era el criminal, el antihéroe que se hace millonario mediante el uso de la violencia: La reina del sur, El cartel de los sapos, El patrón del mal y El señor de los cielos son algunos ejemplos de este formato.
Para Omar Rincón, profesor e investigador de la Universidad de los Andes de Bogotá, se pregunta en la revista Nueva Sociedad (2015): ¿por qué los colombianos —y al parecer muchos latinoamericanos— se identifican con producciones como Escobar, el patrón del mal? Según él, se debe a que esta es una sociedad de exclusión y de inequidad donde “el ascender” legítimo vía educación y trabajo no es posible, ya que sólo una pequeña parte logra ir a la universidad y habitar la sociedad del trabajo bien remunerado. Omar Rincón cree que el narcotráfico ha creado en una parte de la población una cultura del “todo se vale” para salir de la pobreza o hacer fortuna. Y justo cuando apenas nos estábamos acostumbrando al acento colombiano y ver triunfar a “los malos”, llegaron las famosísimas bioseries.
Primero llegó el Divo de Juarez, el mismísimo Juanga con su serie Hasta que te conocí. Posteriormente, llegó Por siempre Joan Sebastián en junio del 2016, meses después de la muerte del cantautor. A su vez, en México se estrenaba Celia Cruz, producción que conmemoraba los 90 años del natalicio de la cubana, los 65 años de su debut en la Sonora Matancera y los 12 de su fallecimiento. Fox Telecolombia produjo la serie televisiva de 80 capítulos. Jenni Rivera murió a finales de 2012 en un trágico accidente aéreo, años después dos televisoras compitieron lanzando series basadas en la vida de la Diva de la Banda, y ambas causaron conflictos entre los integrantes de la familia Rivera. Su nombre era Dolores, la Jenn que yo conocí se estrenó el 15 de enero de 2017 por TV Azteca; y Mariposa de barrio llegó a la pantalla chica el 27 de junio del mismo año por Telemundo. También Paquita la del Barrio se unió a esta tendencia en abril de 2017, gracias a Sony Pictures, Teleset e Imagen Televisión. Grandes leyendas como Julio César Chávez, José José, Lupita D’Alessio y Luis Miguel accedieron a que sus historias se dieran a conocer entre el público mexicano, siendo este último el que mayor impacto generaría con su estreno. Ya terminada la serie de Luis Miguel, este tren parece que no detenerse, pues ya se anuncian las historias de Silvia Pinal, Alejandra Guzman, Yuri y Selena Quintanilla.
¿Pero por qué nos gustan tanto las bioseries, qué hay en ellas que obsesiona y atrapa al público de todas las edades y gustos? A juicio de Dago García, vicepresidente de producción de Caracol Televisión, la aceptación del público es entendible. “Una de las tradicionales preocupaciones de la dramaturgia en todos los tiempos ha sido lograr la verosimilitud, y a pesar de que Aristóteles había proclamado que no siempre lo real es verosímil, poder asistir a una historia que se sabe real resuelve de manera contundente este problema. Y no es algo de poca monta, pues no se puede olvidar que la verosimilitud es la condición de la identificación, que a su vez es la base de la emocionalidad”. Fernando Gaitán, guionista y productor cree que la aceptación se debe a que “son historias y conflictos reconocibles para la audiencia, sobre todo porque la mayoría de sus casos son populares, y la televisión es popular”. Hasta el propio Julián Román, el actor colombiano que se ganó el estelar para personificar a Juan Gabriel, cree que el éxito de las bioseries es curiosidad y morbo del público que, aunque sabe qué ocurrirá, quiere saber cómo le van a contar lo que sabe.
Las bioseries parecen sostenerse en una fórmula mágica de tres pasos hacia el éxito. En primer lugar, toda historia debe estar basada en hechos o personajes reales. Según el blog especializado en cine, Film School Rejects, aunque sabemos que las biografías son ficticias, tienen un gran impacto en cómo recordamos el pasado, y eso puede tener consecuencias decididas para el futuro. La ficción —particularmente la ficción que enfatiza su base en la realidad, como lo hacen las biografías— tiene importantes consecuencias en el mundo real. Hacen que tengamos conversaciones acerca de los problemas que enfrentó el protagonista y cómo reflejan nuestra realidad. En la serie de José José, nos presentan el martirio que es vivir con una adicción. En la de Luismi, muestran el machismo marcado de la época de los 70 y 80.
En segundo lugar, se debe respetar la estructura y las dificultades de la vida misma. Toda bioserie empieza igual. La historia de alguien que comenzó de cero para terminar siendo una gran estrella. Todas muestran al protagonista en su apogeo o en el momento más oscuro de su vida; y de ahí nos transportan a su niñez o adolescencia para así iniciar con la historia. En el transcurso de la historia vemos al protagonista batallando con sus demonios, inseguridades, amores y cuanto obstáculo la vida les pone en el camino. Todo para que veamos que ellos sufren lo mismo que nosotros.
Por último, está el morbo. ¿Quién no quisiera saber todo lo que se metió José José? ¿Por qué Yuri se hizo cristiana? ¿Es cierto que lo que se ve no se pregunta, Juanga? Y claro, ¿dónde carajos está la mamá de Luis Miguel? El morbo vende, y mientras las personas sigan comprando, el morbo seguirá sirviendo. Nos convertimos en esa persona chismosa que compra nota barata y encima de ello, nota que ya sabe cómo acaba. Jenni se murió, José José perdió su voz por el alcohol, Luismi nunca encontró a su mamá y al final Yolanda Saldívar mata a Selena. Pero ahí estaremos al pie del cañón, pendientes para saber cómo nos van a contar lo que ya sabemos.
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