El probador de una tienda de trajes de baño es algo parecido al infierno. Ahí estamos totalmente al descubierto; vulnerables, frágiles, semidesnudas. Cada milímetro de piel es sometido a un juicio cruel: “estoy flácida”, “tengo estrías”, “esta lonja sigue creciendo”. Más que nuestro reflejo, lo que vemos delante de nosotras es el desfilar de cientos de miedos. Palabras de otros resuenan en nuestros oídos: “estás gorda”, “esto te queda mal”, “deberías ponerte a dieta antes de comprarte esto”.
Todo este suplicio es consecuencia de una mentira. Una mentira que se vende en miles de dólares a diario y que se alimenta a costa nuestra. La industria de la belleza es la responsable; durante años nos ha hecho creer que los cuerpos femeninos son perfectos, que no tienen estrías ni pelos, que están ausentes de pliegues y que cada cosa debe estar en su lugar.
Recientemente, la estrategia ha cambiado. Cada vez más marcas han apostado por derribar esos mitos y usar como modelos a mujeres reales. Los “defectos” dejan de ser tales cuando se ponen en una franca evidencia: no hay nada que ocultar, nada de lo que apenarse, no hay crimen en no ser “perfecta”.
Nike, Dove, Lane Bryant, Ador, Victoria’s Secret, Etam, Asos y Aerie, son algunas de las empresas que han visto en este modo de publicidad una oportunidad para acercarse a sus clientes. En el caso de esta última, sus ventas aumentaron 21% luego de usar modelos libres de retoques.
El photoshop free ha crecido con la misma velocidad que crece el número de aplausos expresados en los followers de las redes sociales de estas marcas. “Gracias, hasta que alguien piensa en la gente real”, “Por fin, ropa interior pensada para mujeres, no para maniquíes”, “¡hasta que alguien pensó en reconocer la belleza de verdad”, se lee en algunos de ellos.
Sí, es un respiro abrir Instagram y ver que un bikini queda hermoso en un cuerpo que no es 90-60-90. Es tranquilizador saber que la modelo que luce tan sexy en ropa interior tiene celulitis, como tú. Podemos calmarnos: somos normales, no el cúmulo de defectos que nos han hecho creer que somos.
Todo parece ser aceptación, revolución feminista y buenas voluntades. Sin embargo, aún queda una pregunta pertinente por hacer. ¿Realmente éste es un mérito de la industria de la moda? ¿Es a ella a la que hay que celebrar y agradecer por estas campañas?
Si bien son las marcas quienes se “arriesgan” a dar este paso, somos nosotras, las consumidoras, quienes las obligamos a darlo. Ha sido gracias a nosotras que, hartas de no vernos identificadas con lo que vemos en las portadas de revista, en la televisión y en el Internet, se han denunciando los imposibles estándares de belleza que nos imponen.
Al final, recordemos, que este tipo de campañas son eso, campañas, y buscan un solo objetivo: vender. En este caso, se trata de “people based marketing”. Las empresas se ven obligadas a responder: ¿cómo llegar a las consumidoras reales si las modelos no lo son?
No subestimamos la ayuda que este tipo de publicidad representa para las consumidoras. Al final, esto nutre una tendencia mucho más sana física y mentalmente; ya no sentimos la obligación de conseguir un cuerpo perfectamente terso, liso y delgado. En ese sentido, es muy positivo que existan y que alienten a otras compañías a hacer lo mismo.
Lo que no hay que perder de vista es que este fenómeno no se debe —de manera exclusiva— a la “bondad” de estas enormes marcas de mostrarnos que la belleza no se mide por kilos ni se resta en medida del número de estrías sobre nuestros glúteos. Más bien es un signo —un síntoma— de que las cosas están cambiando.
A fin de cuentas, somos nosotras quienes estamos rompiendo con los paradigmas dolorosos y lacerantes que nos han impuesto toda la vida.
La próxima vez que te pruebes un bikini y sientas el mundo caer encima de ti porque tu cuerpo es igual al de Miranda Kerr, intenta recordar que estás siendo víctima de una millonaria mentira que, poco a poco, comienza a desmoronarse. Felizmente, la “normalización” del cuerpo femenino se está asumiendo con todas sus hermosas variaciones y complejidades
Si es que no te sientes cómoda, recuerda que hay cientos de tipos de trajes de baño de dónde escoger. Recuerda que para tener un “cuerpo perfecto” para ir a la playa, sólo necesitas tener un cuerpo e irte a la playa.
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