Regresa a 1999. ¿Qué ves? Ombligos al aire, cabezas puntiagudas, plataformas, jeans holgados y Gloria Trevi en la radio. Pero, ¿acaso no recuerdas esa atmósfera de miedo, angustia y al mismo tiempo de paz que emanaba de The Suicide Virgins? Un aura muy acorde con el sentimiento del fin del mundo. En este filme Sofía Coppola evocaba perfectamente la sensación de horror y desesperación ante el dudoso y caótico Apocalipsis; que por cierto, seguimos esperando. La historia de cuatro adolescentes que se hartan de la vida, como en aquellos años lo hicieron muchas personas, fue un escaparate para los incomprendidos de la generación X.
Además del cocktail molotov que representa el nihilismo de una generación perdida, un detalle ayudó a que este filme se convirtiera en un clásico de la cinematografía contemporánea: su soundtrack. Dicha obra corrió a cargo de Air, dúo francés que si no conoces es porque tal vez no te has sentido atrapado en una dimensión oscura que sólo tú percibes, un sentimiento de desolación que acompaña una crisis existencial.
Cuatro años antes, Jean-Benoit Denckel y Nicolas Godin formaban el dúo que los llevaría a musicalizar la película. Con Moon Safari, el primer álbum del grupo, se posicionaron como el segundo dúo —opacados por Daft Punk— de música electrónica más aclamado. Usando sintetizadores de los años 70 e influenciados por las atmósferas que evocaban bandas como Pink Floyd o Serge Gainsbourg, crearon un sello único.
A finales de los noventa, Air fue contactado por Coppola, quien buscaba un soundtrack mucho más profundo que el de cualquier otra película; los eligió porque su música cohesionaba a la perfección con canciones de Heart y Gilbert O’Sullivan. Sin embargo, el talento del dúo francés fue suficiente para crear el score de la cinta en su totalidad.
Fue entonces que aprendimos a diferenciar el score, que es la música instrumental al fondo de un filme y el soundtrack, canciones sueltas e independientes que aparecen a lo largo de la película. Air, hace ambos y a pesar de que el soundtrack suele ser el que se nos queda en la mente, en el caso de The Suicide Virgins es el maravilloso y envolvente. Esto sólo reafirma la calidad de los músicos y posiciona a la película como uno de los clásicos contemporáneos más completos de todos.
Escuchar la música instrumental de Air mientras la película se desarrolla es una experiencia no tan alejada de sus trabajos que evocan los años 70 y la psicodelia, ya que no la dejan atrás por competo. Como muestra, “Dirty Trip”, que tiene algunos detalles de sintetizadores muy al estilo setentero, con todo y órganos que nos recuerdan el comienzo de Deep Purple.
“Empty House” suena triste, cansada y melancólica, pero al mismo tiempo, dan ganas de bailarla con alguien, pegados, dando un beso quizá efímero. Incluso, suena lejana, como una burla, ya que cuando termina simplemente se alejan los beats, dejando una sensación de vacío existencial, mismo que la película retoma,. El score, el soundtrack y la premisa del filme giran en torno a lo difícil que es amar cuando se es joven y lo complicada que se hace la vida gracias al control de los adultos, sensación que se intensifica gracias a la adolescencia y sus problemas.
Este enfoque oscuro y triste viene de la libertad que Coppola les brindó a los franceses. Ellos aseguran que «el sonido de la muerte y la libertad que produce dejar atrás las ataduras, fueron la principal inspiración. Se trataba de hacer un score en el que se sintiera un enrome deseo por la muerte y después, quizá arrepentimiento y temor, cansancio tal vez, pero al final, haz conseguido lo que querías. Te das cuenta de que eres capaz de hacer lo que quieras».
Así, con canciones que duran no más de 3 minutos, el disco que contiene los temas que ambientaron el filme nos remonta a esa época de secundaria y prepa en la que el amor no correspondido era nuestro más grande problema. Una era en la que sólo queríamos llorar y al mismo tiempo danzar en las calles. “Playground Love”, por ejemplo, es muestra de ello; nos hace pensar en alguien que se ha enamorado tan profundo que aunque pasen 10 años y ya no quede ni un poco de ese sentimiento dentro de su corazón, sabe que fue el amor de tu vida.
Para cerrar la película nos encontramos con “Dead Bodies”, un tema tan literal que nos hace llorar y al mismo tiempo sentir que vimos una película completa: guión, historia, amor, desamor, desilusión y música. El desenlace de cuatro chicas que al parecer son rápidamente olvidadas por la prisa del mundo, misma que representaba a la perfección con la música que reprocha el olvido y la carencia de sentido común. Con 40 minutos de música, Air se posiciona como una de las bandas que supieron hacer de un score algo grandioso y complementario, ya que sin la música de los franceses, probablemente The Suicide Virgins habría sido una película más.
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