Reese Witherspoon y Jim Toth son el claro ejemplo de que a pesar del amor y una vida compartida, ‘nada es para siempre’.
A través de sus redes sociales, la actriz compartió un comunicado anunciando su divorcio del representantes, después de 12 años juntos.
Muchas personas tienen la idea de que las relaciones llegan a su fin por una traición, mentiras, infidelidades, pero no siempre es así. Existen casos en donde el cariño ya no es suficiente y cada uno tiene metas distintas, así que es mejor soltar y ser feliz, recordando lo mejor de la relación, sin llegar a malos términos.
“Tenemos algunas noticias personales que compartir…Es con un gran cuidado y consideración que hemos tomado la difícil decisión de divorciarnos. Hemos disfrutado de tantos años maravillosos y estamos siguiendo adelante con profundo amor, amabilidad y respeto mutuo por todo lo que hemos creado juntos”, se lee en el escrito.
La protagonista de ‘Legalmente rubia’ señaló que es un momento complicado para toda la familia, pero la prioridad de ambos es y siempre será su hijo.
“Nuestra más grande prioridad es nuestro hijo y nuestra familia entera mientras navegamos este próximo capítulo. Estos asuntos nunca son fáciles y son extremadamente personales. En verdad apreciamos el respeto de todos por la privacidad de nuestra familia en este momento”, añade.
La noticia causó gran sorpresa al ser una de las relaciones más sólidas en el medio, además, todo parecía marchar bien en la vida de Reese, como productora, actriz y en su fase de mamá.
La historia de amor de Reese Witherspoon y Jim Toth
La pareja se conoció durante una fiesta en donde un hombre estaba pretendiendo a la actriz. Algo sucedió, que terminaron juntos, desde ese momento sabían que lo suyo era sincero.
A finales de 2010 se comprometieron y en marzo del 2011 se casaron. Meses después, llegaría su primer hijo, pero el tercero para Reese, un regalo de su amor.
En todo este tiempo, nunca se les vio involucrados en polémicas, todo lo contrario, procuraban ser muy herméticos con su vida personal, es por eso que su divorcio sólo nos recuerda (otra vez) que nada es para siempre, ni siquiera cuando aún hay amor.