Hace más de una década, microbiólogos de Estados Unidos encontraron virus idénticos en lugares tan distantes como un lago en Alemania y el sur del océano Pacífico, en el golfo de México y en el hielo ártico. ¿Cómo es que los virus, siendo tan especializados en su constitución genética, se dispersan a grandes niveles?
Los científicos dicen que por el aire. Las grandes corrientes que vagan por la atmósfera son la respuesta, según un grupo de investigadores de la Universidad de Granada, que liderados por la ecóloga Isabel Reche, colocaron dos colectores que registran la deposición atmosférica lo más alto posible para conocer la polución atmosférica y el comportamiento de las células bacterianas o víricas.
Uno de estos colectores fue puesto en el observatorio del Instituto de Astrofísica de Andalucía y el CSIC, en Sierra Nevada, a 2.900 metros de altura. El otro, cerca del pico del Veleta, a unos tres mil metros. Las partículas recogidas fueron dispuestas a laboratorio, como si se contaran las células de la sangre, para que los investigadores la analizaran. En este proceso se encontraron cerca de 800 millones de virus y unas 20 millones de bacterias. Todo eso sólo es el conteo de lo que abarca el contador, que es un metro cuadrado.
El estudio reafirmó lo que ya se sospechaba, las corrientes de aire que nacen en el Sureste, llegan hasta Sierra Nevada, y las primeras corrientes, tan calientes y secas, son las que arrastran polvo del Sáhara. Y los vientos más fríos y húmedos son los que llevan partículas de la superficie del Atlántico.
El cambio climático ha acentuado los efectos del transporte atmosféricos de virus y bacterias. (Fuente: Pixabay)
Por lo que se comprobó en el estudio Deposition rates of viruses and bacteria above the atmospheric boundary layer, publicado International Society for Microbial Ecology, es que mientras los virus son mayoritariamente de origen marino, las bacterias provienen del Sáhara.
Así que no es de sorprender que todos en algún momento de la vida hayamos acarreado virus y bacterias del otro lado del mundo, pues ambos se depositan en el suelo por el lavado atmosférico de la lluvia o simplemente por la gravedad.
Como afirman las pruebas, el transporte atmosférico siempre ha existido, pero el cambio climático ha acentuado sus efectos, y lo está haciendo a propósito de las sequías o las bajas temperaturas a destiempo, además del aumento de la frecuencia e intensidad de los huracanes.
Si bien la propagación de virus y bacterias es mayor y hace a estos más resistentes, no hay de qué preocuparse pues según el virólogo de la Universidad de Columbia Británica en Canadá, Curtis Suttle, los virus infectan a bacterias, no a humanos u otros animales, lo que tranquiliza a cualquiera que esté leyendo esto.
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