Los humanos hemos usado históricamente lo que está a nuestro alrededor para crear nuevas cosas y facilitar nuestra existencia, sin embargo, ¿qué tan válido es seguir utilizando a los animales para nuestros fines? ¿Dónde está el límite?
Hace unos días, el científico español Rubén Costa presento en el Foro Económico Mundial en Tianjin (china) un sistema revolucionario con el cual se utilizan las proteínas fluorescentes que se hallan en animales como las medusas para fabricar diodos emisores de luz, mejor conocidos como LEDs, que se usan en miles de dispositivos tecnológicos.
Las proteínas encontrada en estos y otros animales sirven para crear LEDs. (Foto: Unsplash)
¿Y qué es lo innovador?
Según el posgraduado en Química por la Universidad de Valencia, esto representa un nuevo futuro en La Luz natural para los LEDs que hoy se usan en ordenadores, móviles u otros muchos productos de uso diario.
Es un campo abierto para que expertos ‘de fuera’ del sector tecnológico, como los biólogos, puedan pensar en él, y eso es algo excitante.
Hoy en día las luces LED han ido sustituyendo a las halógenas en la industria de la iluminación, sin embargo, el problema, según Costa, es que dependen de una material prima vital escasa para producir luminiscencia –el itrio– algo que según el científico no es sostenible a largo plazo.
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Los científicos han encontrado una manera de producir industrialmente los LEDs sin necesidad de agua. (Foto: Unsplash)
Beneficios de las medusas
Además destacó que el uso industrial de las proteínas fluorescentes podría abaratar los precios. Durante décadas se había estudiando la fluorescencia de animales como las medusas y se había identificado la proteína causante de esta, pero se había pensado que no era aplicable ya que era necesaria la presencia de agua para activarla, algo difícil de mezclar con los LEDs.
Hasta ahora que el equipo madrileño consiguió en 2015 sustituir el agua por un polímero que estabiliza el proceso e incluso puede generar distintos tonos de color en la luz emitida.
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A lo largo de este año, el equipo investigador ha conseguido una estabilidad de hasta mil horas de emisión de los emisores de luz, aunque Costa puntualizó que aún se necesitarían al menos 5 mil horas o más para poder pensar en un desarrollo industrial y comercial en sus avances.
“Creo que el futuro es por una parte sostenible y por otra brillante”, concluyó el científico español.
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