Si eres de los que después de Día de Muertos ya está pensando en cómo romper las piñatas, ponerle piquete al ponche y sobre todo, sacando los mantelitos de Santa Claus y acomodando las esferas en el arbolito, no te sientas mal, hay análisis científicos que dicen que eres más feliz que la mayoría.
Según el psicoanalista Steve McKeown, apurar las decoraciones navideñas ayudan a las personas a lidiar con el estrés de la vida cotidiana y la ansiedad.
«En un mundo lleno de estrés y ansiedad, a la gente le gusta asociar cosas que los hacen felices y las decoraciones navideñas evocan esos fuertes sentimientos de la infancia. Las decoraciones son simplemente un ancla o un camino a viejas emociones mágicas de la infancia», aseguró al medio británico UNILAD.
Porque Navidad significan vacaciones. (Fuente: Pixabay)
Sí, también puede ser un signo de “compensación” por decepciones de fiestas pasadas o un exceso de infantilismo, pero lo cierto es que demostrar anhelo por las celebraciones positivas no le hace mal a nadie.
Y para reafirmar las teorías de McKeown, la Journal of Enviromental Psychology arrojó que las decoraciones demuestran a los vecinos accesibilidad e incluso ayudan a hacer amigos. ¿A qué se debe? A que la mayoría de las personas asocia la decoración con vacaciones y eso las hace ser más amigables (y recomiendan que si eres nuevo en la cuadra o el edificio y no has podido llamar la atención de los vecinos más chismosos, te atrevas a comenzar con la decoración para romper el hielo).
Por otro lado, otra psicoterapeuta, Amy Morin, autora del libro 13 cosas que las personas mentalmente fuertes no hacen, también aseguró a UNILAD que la nostalgia y el deseo de las vacaciones son positivas pues ayudan a la gente a vincularse con su pasado personal y ayuda a las personas a entender su identidad.
Así que si desde hoy ya traes el árbol arriba del coche, no dejes que nadie te intimide con su mirada grinch y juzgona.