Alita: Battle Angel, película basada en un manga, ha superado las espectativas y se perfila para ser un éxito. Dirigida por Robert Rodriguez y basada en el manga homónimo de Yukito Kishiro, es una clara demostración que las adaptaciones sobre historias que requieren una cierta profundidad argumental y el desempeño de una plataforma en particular para funcionar pueden resultar exitosas. Al menos Alita: Battle Angel dialoga con su naturaleza híbrida entre una historia original basada en la estética y los códigos del manga y el cine de una forma lo suficientemente fluida para resultar atractiva. Además, hay una percepción directa y contundente sobre el universo creado por Kishiro que la película conserva de manera casi intacta. Tal vez se deba a que el director Robert Rodriguez —que ya había adaptado con inteligencia el cómic de Frank Miller, Sin City en 2005— sabe estructurar la percepción de lo sustancial de lo que cuenta, sobre una versión de la realidad ligeramente aumentada. El resultado es atractivo, pero no depende por completo del material de Kishiro para funcionar de manera eficiente.
También es notorio que el productor James Cameron tuvo una enorme influencia en la selección de la estética y el discurso de Alita: Battle Angel. La historia llega casi de manera literal a la pantalla grande y lo hace porque tanto el argumento como la batería de recursos especiales recrean el mundo de manga punto a punto, un logro visual que sorprende por su sutileza. A pesar de que buena parte de la película es una evidente puesta en escena digital, el filme conserva la suficiente emoción humana para sostenerse y elaborar un atractiva visión de una historia que no es del todo sencilla de digerir. Después de todo, el manga reflexiona sobre la identidad, el olvido y el futuro a través de una convicción pesimista que atraviesa diversos estadios de profundidad, hasta encontrar una gran redención.
El paso del tiempo lo es todo en Alita: Battle Angel. Desde el inicio de los créditos hasta el primer recorrido de la cámara, es evidente que Rodríguez desea brindar espectacularidad al paisaje destruido y decadente de un futuro destartalado. Claro está, el director juega con ventaja; la historia se basa esencialmente en el autodescubrimiento y esa concepción de lo que nace y de lo que se hace real, lo que conducirá la película a través de todos los arcos argumentales que debe recorrer. Alita deberá rescatarse a sí misma y recorrer el pedregoso camino de construir una noción sobre sí misma como ideal. Desde que el Dr. Dyson Ido (Christoph Waltz) le encuentra en un cerro de chatarra y decide reconstruirla, Alita atraviesa diversas etapas que enlazan su nueva “vida” con la que ya ha vivido, un recorrido que el guión elabora con pulcra precisión. Como si despertara de la muerte, Alita comienza a recuperar fragmentos de su vida; y Rodríguez lo hace todo tan real y tan sutil que la evolución de Alita resulta un recorrido inteligente.
Rodriguez además utiliza el CGI con una precisión asombrosa que permite crear una creíble versión de lo que Alita puede hacer. En Alita: Battle Angel casi todo el escenario pertenece al ámbito de lo digital, pero no se trata de una mezcolanza de texturas y colores de aspecto irreal, sino una versión perdurable de un tipo de acercamiento estético bien estructurado que brinda a la película sus mejores momentos. Sobre todo Alita —como personaje— tiene un aspecto realista que sorprende, a pesar de sus ojos enormes y su cuerpo extrañamente desproporcionado. Pero Alita está viva y es tan vital que por momentos lleva esfuerzos creer que se trata de una criatura creada por CGI.
Para los amantes del cyberpunk, pero sobre todo para los que esperan una película que sepa combinar con inteligencia la historia de uno de los mangas más icónicos, Alita: Battle Angel será toda una sorpresa. El desierto post-apocalíptico que Alita recorre de un lado a otro tiene tanto de metáfora como de una evidente declaración de intenciones. A medida que el personaje avanza a través del paisaje desolado, encuentra piezas perdidas de viejas civilizaciones, historias y quizá seres perdidos en medio de la destrucción olvidada.
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