Está comprobado: para el amor no hay edades. Es una de las sensaciones universales de las que nadie está exento. En cualquier momento Cupido toca a la puerta de alguien y comienza una visión idealizada, en la que todo es color de rosa y la vida tiene otro sentido. En todo caso, complacer ese sentimiento y hallarte en el otro ha sido un tópico en la filmografía desde hace años. Algo así les pasa en The Lovers (Azazel Jacobs) —Amantes en castellano— a Mary (Debra Winger) y Michael (Tracy Letts), una pareja madura entre la que la chispa del amor y la seducción prácticamente ha desaparecido. Sin embargo, encuentros con otras parejas sentimentales hacen recapacitar a ambos sobre su situación y se ven dominados por una pasión renaciente, además de desenfrenada, por compartir intimidad nuevamente, como lo hacían de adolescentes.
Pero sus decisiones del pasado los orillan al centro de una encrucijada en la que están involucradas sus nuevas relaciones y su hijo, por lo que sortean obstáculos impuestos por ellos mismos. Pese a haber cambiado de opinión de forma abrupta, su pasado les cobra factura y no los deja salirse con la suya fácilmente.
El trabajo de Debra Winger (nominada a tres Oscar) pero especialmente el de Tracy Letts (La gran apuesta) es lo mejor de Amantes. El carisma del intérprete dota de un peculiar humor a la producción. El cinismo y lo desinhibido de su personaje mantienen el ritmo fresco de la historia, junto con la personalidad dubitativa y ansiosa que imprime Winger a su interpretación.
Más que estar encajonados en sus actividades rutinarias, de las cuales se sienten esclavos, se trata de unos aventureros románticos en busca del espacio para compartir, entre ellos o con sus otros amoríos, momentos especiales mientras se colocan sus máscaras para mentir por partes iguales y mediar con la visita de su hijo. En cierto modo esta historia transmite la narrativa de un amor que desafía el convencionalismo romántico y edulcorado que impera en casi todas las sociedades, como un modo único de relación.
La historia es sencilla. No se revuelve en situaciones más allá de las comunes e inclusive omite los diálogos el mayor tiempo posible para que sean las acciones —y los silencios— lo que determine el curso de la trama, su trasfondo y dimensión narrativa. Asimismo, esto le imprime un sello artístico e independiente a la producción. Amantes es altamente recomendable para un público adulto, que indudablemente se identificará con ciertos hechos e inclusive sonreirá en algunos instantes con sólo pensar en las posibilidades reales de que cosas así puedan suceder, además de invitar a una reflexión sobre la trampa del amor.
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Mientras que Amantes puede enseñarte una o dos cosas sobre lo relativo de los vínculos emocionales, que no hay edades para que el amor ocurra de las formas más inverosímiles, estas películas postulan algo ligeramente distinto: que el amor no dura para siempre.