En algún lugar de Texas vemos a una chica de nombre Star que saca comida de un contenedor de basura en el estacionamiento de un centro comercial, en eso, observa que pasa un grupo de jóvenes a bordo de una camioneta blanca. Se percata de una oportunidad mientras ellos se detienen a comprar alimentos y alcohol en una de las tiendas. Mira a uno de los chicos, Jake, vestido con un traje y de inmediato siente atracción por él; Jake (Shia LeBeouf) le ofrece una invitación para trabajar en Ohio y se citan ese mismo día por la tarde en un motel.
Así es como Star (Sasha Lane) decide abandonar su hogar disfuncional y a sus hermanos para unirse al grupo de jóvenes, sin antes ser entrevistada por la jefa, Krystal (Riley Keough), quien la acepta en el trabajo; de esta manera inicia una aventura por el medio Oeste de Estados Unidos en la película “American Honey”.
La elección del nuevo presidente, Donald Trump, en los Estados Unidos representa un momento de reflexión sobre el sueño americano, pues los “white trash” son un marco de referencia para el film dirigido y escrito por Andrea Arnold. Los 158 minutos que dura la película son un viaje a la América actual en una intento por brindar una mirada humana a la otredad, y podría resumirse en lo siguiente: una joven se une a un grupo de vendedores y estafadores que ofrecen suscripciones a revistas y comenten delitos mientras recorren el Oeste de los Estados Unidos, se emborrachan, drogan y viven una vida sin límites, viven el sueño americano.
El destino de la película es vacilante por los muchos elementos que no terminan de funcionar: ya no volveremos saber nada de los hermanitos de Star que aparecen al inicio y del hombre con quien vive, no hay alguna relación en la que se profundice, sólo la de Star con Jake, y los personajes viven de forma lineal, no hay un cambio en ellos, tal cual son presentados en los primeros 30 minutos.
El tema de la historia es bueno y tiene sus momentos críticos, las actuaciones funcionan; sin embargo, hay algo que no se termina de entender, ¿por qué presentar a tantos personajes si no les dará un sentido o un giro a la trama?
La música y los códigos dentro del grupo son una parte importante, nos hablan de identidad, sentido de pertenencia, no es casualidad que el soundtrack incluya canciones de Rihanna o Britney Spears cuando bailan, se emborracha y se divierten. Incluso existen melodías entre ellos para alentarse a vender —un código en el grupo—: “Quien quiere vender, yo quiero, yo quiero dinero hacer, dinero o si” (“Who wants to sell, I want, I want to make money, money or if”).
Esta cinta representa la otra cara de Norteamérica contado desde la marginalidad. La dulzura puede ser tristeza, como lo refleja Star, que en ningún momento se siente identificada con lo que la rodea, y al final de la cinta se muestra una redención de ella con la llegada de otra chica, Drama, quien posee la misma dulzura que en un inicio aparentaba tener Star, ese miedo e incertidumbre a lo desconocido; se plantea, entonces, un cuestionamiento sobre la transformación que sucede luego de las experiencias vividas a lo largo del camino.
Si bien, la historia no termina de funcionar a la perfección por ser redonda, la directora Andrea Arnold deja muchos puntos sueltos, personajes presentados sin repercusiones claras en la protagonista, ideas inconclusas o mal seleccionadas; sin embargo, el contexto le ayuda mucho por las referencias a Donald Trump, por ejemplo, cuando Star se burla de la forma de vestir de Jake diciéndole que parece un Trumper, así como a la cultura pop, las adicciones, el libertinaje y la juventud, es una película que merece ser vista para entender la realidad actual de un país que prometía libertad.
El trabajo de fotografía es buena, la elección de planos cumple muy bien con las secuencias, los paisajes de carretera, la llegada y salida de los moteles demuestran una idea clara al saber delimitar los cuadros.
La parte fundamental, además de la dulzura americana disfrazada de tristeza, es el diálogo entre un camionero y Star casi al final cuando le pregunta “¿Cuál es tu sueño?”, a lo que ella responde que nadie le había preguntado eso. “American Honey” es eso, un sueño sin preguntar, la desesperanza misma.
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En la actualidad, la mayoría de los países sufren desigualdad económica y política, y viven bajo conflictos sociales y armados que han provocado severos daños en sus habitantes, como la realidad que se muestra en la película que afirma que México vive en una constante Guerra Sucia. Además, la tecnología y la inmediatez nos ha arrastrado a experimentar relaciones poco saludables con las que se intenta llenar vacíos, como las cintas que nos muestran los amores agresivos, tristes y sin finales felices.