A veces pasa que cuando alguien quiere ver una película en pareja o con amigos es difícil coincidir en gustos y géneros. Mientras algunos disfrutan las películas de acción, llenas de balazos y persecuciones, otros prefieren una buena historia de amor con un desenlace inesperado. También los hay que se desviven por un musical en el que las canciones sean el sello particular de cada escena. Afortunadamente Baby: el aprendiz del crimen [Edgar Wright, 2017] es una excelente opción que logra equilibrar estos tres géneros.
Baby: el aprendiz del crimen es un musical disfrazado de drama y acción, protagonizado por Ansel Elgort. Narra los aprietos de Baby, un joven que tras un accidente durante su infancia (en el que mueren sus padres) adquiere tinnitus, un extraño padecimiento que lo obliga a escuchar música todo el tiempo, ya que de lo contrario oiría un zumbido constante. A pesar de su condición médica, Baby es un excelente conductor que presta sus habilidades para una organización criminal que se dedica a asaltar bancos y otras instituciones que custodian grandes cantidades de dinero.
El director coloca al espectador como un acompañante en el viaje de este joven delincuente, el cual decide dar un cambio radical a su vida después de conocer a Debora (Lily James), una joven mesera amante de la música. Esto provocara que Baby decida liquidar su deuda pendiente con Doc (Kevin Spacey) sin contemplar que quien decide cuándo y cómo terminan los tratos con la mafia es nada menos que el hampón mayor, Doc. “Un musical posmoderno en el que no se canta ni se baila en la calle, pero en el que el mundo actúa según la música”. Así define esta cinta el director de fotografía, Bill Pope.
El filme no ha tardado en juntar los frutos y el reconocimiento que se merece. Es ganador de 13 premios en la Unión Americana, entre los que destacan el premio del público en el festival South by Southwest (2017) y contendiente a los Globos de Oro (2017) en la categoría de mejor actor masculino en un musical.
Como era de esperarse, Baby: el aprendiz del crimen tiene una banda sonora fuera de serie, con piezas musicales que parecieran salidas de la rockola personal de Quentin Tarantino, como “Bellbottoms”, de Jon Spencer Blues Explosion, o “Harlem Shuffle”, de Bob & Earl, las cuales ambientan alocadamente cada una de las secuencias de acción, llenas de velocidad y giros inesperados.
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Desde su aparición, Netflix ha permitido saciar el hambre de millones de amantes del cine que se rinden ante nuevas series, documentales y otras propuestas como si fueran adictos.