La historia del cine empezó con unos hermanos. Desde entonces, muchas alianzas exitosas del séptimo arte han tenido el matiz de la filiación fraternal. Ethan y Joel Cohen han cultivado una extensa y prolífica carrera, que les ha merecido una igual de extensa lista de premios. O las hermanas Wachowski, que revolucionaron (como hermanos) el cine mundial en 1999 con The Matrix.
Christopher nació en 1970, en Londres. Su primer largometraje, titulado Following (1998), indaga en las obsesiones: un joven y desempleado escritor se dedica a seguir a personas por las calles londinenses en busca de inspiración para su ópera prima. La cinta, que contó con un presupuesto bastante modesto (3 mil dólares) y fue filmada completamente en blanco y negro, ya lo prefiguraba como una promesa del séptimo arte.
Jonathan nació seis años después que su hermano y es un colaborador habitual en sus trabajos. “Siempre he sospechado que tiene algo que ver con el hecho de que él es zurdo y yo soy diestro, porque de alguna manera es capaz de mirar mis ideas y dar la vuelta a su alrededor en una forma que es sólo un poco más retorcido e interesante”, dijo en relación con la labor creativa que emprenden en cada proyecto.
En el año 2000 los hermanos Nolan mostraron todas sus capacidades como equipo y sus talentos individuales. Con Memento, filme que fue nominado a dos estatuillas de la Academia y ganó un Premio Sundance, los hermanos británicos escribían su nombre en la filmografía mundial. La cinta, que en cierto modo mantiene su estatus de culto, fue protagonizada por Guy Pearce y es básicamente una adaptación cinematográfica hecha por Christopher de un relato titulado “Memento Mori”, escrito por Jonathan.
En 2005 el talento de Christopher Nolan como director se comentaba a vox pópuli. Con la ola de resurgimiento de los superhéroes, Batman Begins sentó un precedente importante y regaló al mundo la primera parte de una franquicia megataquillera. El invaluable trabajo en conjunto de Nolan y Hans Zimmer, compositor de la banda sonora, convirtieron a esta cinta en un clásico instantáneo. Ya el apellido Nolan tenía una figura importante y respetada, con crédito y mérito suficientes como para que las productoras y los críticos le confiaran proyectos de mayor envergadura.
En 2006 los Nolan se adjuntaron otro éxito con The Prestige o El gran truco, como se tradujo al castellano. El guión lo escribió Jonathan y la realización y dirección estuvo a cargo, obviamente, de Christopher. Entonces llegó 2008, año en el que una de las mejores adaptaciones de un cómic arribó a las salas de cine. La dupla volvió a brillar, esta vez con Batman: El Caballero de la Noche, la segunda entrega de la trilogía. La conceptualización de los personajes, especialmente el Joker (Heath Ledger), es cortesía del guión, desarrollado por Jonathan. La genialidad en la dirección, claro está, es la marca personal de Christopher.
Inception (2010), un thriller sicológico que mezcla ciencia ficción con acción y drama, marca un antes y un después en la carrera de esta dupla de lazos consanguíneos. En el plano narrativo, la historia es innovadora y tiene una cualidad que la identifica como un título peculiar de la cinematografía estadounidense. En lo cinematográfico es un deleite para el ojo. Lo musical recae en el compositor Hans Zimer, quien hizo que las piezas también se convirtieran en personajes, pues llenan de emociones las escenas.
La amalgama creativa de este par se solidifica aún más con cada nueva producción. Batman: The Dark Knight Rises, en 2012, daría por concluida la saga del hombre murciélago. Interstellar (2014), una historia sobre la salvación de la humanidad que mezcla viajes por el espacio con preceptos cuánticos, sería la mejor muestra del talento como guionista de Jonathan, quien posteriormente pasaría a dirigir sus propios proyectos, como la exitosa serie de HBO Westworld, sobre las implicaciones éticas y morales en la experimentación con la inteligencia artificial.
Christopher, por su parte, se enfrascó en la realización de Dunkirk, un drama bélico sobre la Segunda Guerra Mundial que se encuentra en posproducción.
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Este dúo ha sabido hacerse espacio entre los más grandes del cine. El talento de ambos, si bien es distinto y cada uno se destaca en formas del arte que parecen complementarse, está anclado en su ADN. Además han sabido plasmar sus obsesiones y sus preocupaciones en el arte que crean, como lo hizo otro gran director en su momento.