El punto es no evitar todas las películas estúpidas,
sino evitar ser un cineasta estúpido.
Es una tarea difícil separar las películas estúpidas de las malas.
-Roger Ebert
Hace mas de 15 años un nuevo género se apoderó de las pantallas internacionales. Con una mezcla entre horror, thriller sobrenatural y lo que ahora conocemos como found footage los creadores nos sorprendieron con “El proyecto de la bruja de Blair”. La cinta engañó a millones de personas alrededor del mundo. Todos pensaban que era una grabación real y su marketing se enfocaba en esa característica. Lo que pocos sabían es que la obra llegó al cine como un milagro. Era un trabajo de bajo presupuesto hecho por amateurs que fue hallada por productores adinerados de Hollywood dispuestos a distribuirla. El resultado fue un fenómeno internacional que inspiró un centenar de películas similares y además, generó controversia entre los críticos, quienes quedaron impresionados de esta nueva forma de contar una historia.
El séptimo arte se basa en evoluciones como la anterior, pero de vez en cuando aparecen nuevos trabajos cuya validez es difícil de aprobar. Tal es el caso del llamado “Cine Quinqui”. Ese género –acuñado por los españoles– se enfoca en creaciones poco profesionales que narran historias sobre criminales de los barrios bajos con un estilo completamente ajeno a lo que hemos visto en pantalla. En México llegó con directores como los hermanos Almada y tuvo un auge en los ochenta. No tenían mucha validez artística, pero servía como un entretenimiento único.
Después de varios años de que quedó en el pasado hace su regreso, pero con el nombre de neo-quinqui. El género revivió gracias a la película “Criando Ratas” bajo la dirección de los cineastas amateurs Carlos Salado y Rubén Ferrández, director y productor respectivamente. La obra se mofa de las cintas antecesoras y de todo lo que implica hacer una cinta sobre drogas. Es hilarante, satírica y caótica, pero a la vez muestra tintes de una inteligencia nunca antes vista en el género.
La valiente producción Salgado y Ferrández tardó poco más de seis años en terminarse, pero a diferencia de las películas fantásticas de Hollywood que tardan lo mismo en gestarse, “Criando Ratas” no se esfuerza en hacer que todo brille, sino en exponer una clara realidad, una cercanía insólita con la audiencia para hacer que la historia tenga mayor veracidad. De ahí nace el término “quinqué”, mismo que retoman del inglés kinky y hace alusión a una manera pervertida de adentrarnos en la vida de un personaje. Lo más sorprendente es que los cineastas contrataron a un delincuente como su protagonista. Su nombre es Ramón Guerrero y lo apodan El Cristo. Su imagen, su forma de ser, todo lo que vemos de él en pantalla es real.
Ramón fue arrestado por sus actividades criminales y eso retrasó la producción durante un año, pero no impidió que el sueño de los creadores continuara. Todas las semanas se comunicaban con él para impulsar sus sueños. El carisma que presenta el actor/delincuente es insólito y el guión ha sido comparado con los de Guy Ritchie –el genio del cine de crimen británico–. Es astuto, inteligente, representa de la mejor manera los barrios bajos de España (que son mal vistos por la mayoría de la población) y no se esfuerza en contar una historia falsa, puesto que deja que los momentos fluyan con su incomodidad; algo absolutamente confuso para alguien que está acostumbrado a decir que “El Padrino” es una excelente película.
La idea nació a partir del gusto de ambos creadores por el cine quinqui. El trabajo de Eloy de la Iglesia y Jose Antonio de la Loma, directores líderes del género, los influenciaron durante su época de estudios, pero aunque amaban ese tipo de filmes, sabían que tenían que mejorar muchos aspectos si querían hacer una obra de calidad. El costo fue de apenas cinco mil euros (alrededor de 115 mil pesos) y el resultado fue la perfección de un tipo de cine que todos pensaban que nunca tendría validez.
Aunque todos los aspectos de la cinta parecen descuidados, no es así. El propósito era mostrar una realidad inalterada y sin embargo, gran parte de lo que vemos en pantalla requirió el mismo esfuerzo que una producción común con ese mismo presupuesto. La cinta es hilarante por esa cercanía y al integrar elementos de melodrama (con una actuación increíble del protagonista) indudablemente coloca al neo-quinqui en el mapa y no será extraño ver nuevas obras de este calibre llegar a audiencias hambrientas.
“Criando Ratas” es un trabajo único como en su tiempo lo fue “El proyecto de la bruja de Blair” y su disponibilidad entera en YouTube hace que diariamente un grupo de personas descubran este nuevo género que podría causar sensación en las comunidades de cine amateur. Mientras eso sucede, los críticos seguirán confundidos sobre si la película es buena o no lo es, pero nosotros estamos convencidos de que es un fantástico viaje hacia un mundo no tan lejano al nuestro.
De eso se trata crear películas, de crear conexiones, sin importar que presentemos a un delincuente drogadicto que suelta bofetadas en unas de las escenas más graciosas del cine de los últimos años.
Mira la película completa:
Fuente:
El País.