La película que demuestra que todos estamos destinados a quedarnos sin amor

La película que demuestra que todos estamos destinados a quedarnos sin amor

La película que demuestra que todos estamos destinados a quedarnos sin amor

Texto escrito por Diego Rodmor

Andrey Zvyagintsev es uno de los cineastas rusos más interesantes de nuestros días. Inició su carrera con una película llamada El Regreso, en ella se comenzaron a notar sus inquietudes cinematográficas y su poder para mostrar momentos específicos con una fuerza emocional impresionante. Cuatro películas después y un largo recorrido por festivales, premiaciones y nominaciones, este director de cine, que muchas veces ha sido comparado con Andrey Tarkovski, ha regresado con el filme Sin amor, largometraje que estuvo nominado al Oscar durante la reciente edición en la categoría de Mejor Película Extranjera y que hoy se exhibe en las salas de cine de nuestro país.

La película va de una pareja rusa que vive ese infierno que antecede a un divorcio; sin embargo, el infierno más grande es el que vive su pequeño hijo, quien una noche escucha la discusión que tiene sus padres y queda destrozado ante lo que dicen. Unos días después y ante el nulo interés de los padres hacia su hijo, ellos descubren que el niño ha desaparecido. La situación complicará todo ese tortuoso proceso por el que están pasando.

Zvyagintsev nos entrega con este largometraje no sólo uno de sus mejores trabajos, también uno de los mejores filmes del año. La película es un admirable ejercicio cinematográfico que refleja a una sociedad rusa moralmente decadente. El retrato que presenta es desgarrador, pesimista, gris. Un completo deleite cinematográfico que se apoya en una elegancia visual para contarnos un retorcido relato con personajes que atraviesan un crudo proceso de deshumanización.

Las actuaciones son grandiosas y la música logra hacer de esta experiencia algo más inquietante. Al igual que en sus filmes anteriores, el cineasta ruso impacta al espectador con escenas de una grandiosa fuerza visual en la que somos testigos de la frialdad de sus personajes, los cuales demuestran su incapacidad de sentir. Es así como Andrey Zvyagintsev nos presenta un drama que, quizá, no explora muchos asuntos políticos como lo hizo en Leviathan, su trabajo anterior, pero sí es brutal, amargo y desgarrador en su visión social, que expone su capacidad como autor dramático.

La película logra irse con el espectador una vez que éste ha salido de la sala de cine, debido a la provocación y a la incomodidad con la que uno se ha confrontado. La premisa, a pesar de todo, podría ser identificable para muchos por su carácter universal; sin embargo, resulta admirable la forma en la que logra sacudir a aquellos que han presenciado el brutal relato. Por esa razón, la película se queda ahí, dan vueltas en la cabeza, y esa característica resulta magistral dentro de cualquier cinta, ya que cuando eso sucede el cine ha alcanzado su cometido y el autor ha podido abofetear al espectador. Una de las maravillas del séptimo arte radica en ese pequeño aspecto y ese es un logro que presenta este sublime proyecto cinematográfico.

Sin amor es una cinta dramática que logra una conexión con el espectador, lo confronta, lo entretiene y, una vez que finaliza, se va con él para hacerlo reflexionar. Su manufactura es buena, muestra una belleza que se contrapone con el tema tan desgarrador que presenta, y se convierte en una experiencia deliciosa para el cinéfilo. Andrey Zvyagintsev es un autor ruso que se ha consagrado ya con las cinco cintas que hasta ahora nos ha entregado.

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El cine se caracteriza por abordar en la pantalla grande temas complejos que muchas veces sólo es posible explicar a través de una película, como lo hace Tully, la cinta que demuestra la maravillosa y miserable vida de una madre.

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