Whitney Houston es una de las artistas solistas más exitosas de todos los tiempos, con más de 200 millones de discos vendidos e incontables números uno de las tablas mundiales. Con el gran éxito de la película The Bodyguard (1992) también estuvo en camino a convertirse en una gran estrella de cine. Y, sin embargo, detrás de estos hechos no se esconde una historia de gloria impresionante, sino una dramática novela de vida con un final trágico. Los capítulos de esta novela son relatados por Kevin Mcdonald (The Last King of Scotland, State of Play) en forma cronológica —desde los inicios en Newark, siguiendo por el camino que la condujo a los primeros intentos de canto en la iglesia de su madre, hasta la fama que obtuvo a una edad temprana— en el documental Whitney: Can I Be Me.
El leit motiv de la cinta es el intento de Houston de encontrarse a sí misma y, al mismo tiempo, de hacer frente a los diversos deseos e ideas que le iban llegado desde su entorno. Por encima de todo, era necesario dominar un difícil acto de equilibrio: el de establecerse como artista afroamericana en el clima de agentes blancos y los gestores de la industria de la música, sin dejar de ser fiel a sus raíces.
La presión y las expectativas finalmente condujeron a una grave crisis de identidad, que a su vez contribuyó al aumento del consumo excesivo de alcohol y otras drogas. Mcdonald además presenta otra cara de Bobby Brown, que a menudo es culpado de la adicción de Houston, al narrar que su adicción a las drogas comenzó probablemente ya en sus años de adolescencia, como su hermano Michael admite abiertamente. Para un director de cine que intenta añadir vida en un relato, por supuesto, surge la pregunta de por qué Whitney Houston era tan vulnerable a la adicción, lo que querían olvidar o reprimir con la ayuda de medicamentos.
El documental se entremezcla con entrevistas con amigos cercanos de la cantante hechas por el mismo director. El cineasta logra traer a su madre, Cissy Houston, a su exproductor Clive Davis, sus hermanos y a su exesposo Bobby Brown. El trabajo rinde homenaje al aura de la estrella y su influencia. La vemos en la cima, por ejemplo, elevando la autoestima de Estados Unidos cuando interpreta el Himno Nacional en el Super Bowl de 1991. Y la vemos claramente derrotada.
Whitney: Can I Be Me, en su primera hora, es de lo mejor en cuanto documentales biográficos al estilo de Hollywood que he visto, en el que de hecho, muy a menudo, te presentan un trauma muy específico de la infancia como la causa de todos los problemas en la edad adulta. Macdonald ofrece una explicación bastante clara sobre el trágico final de Houston. El director presenta una de las razones más importante por primera vez a la luz pública. Whitney Houston aparentemente fue abusada sexualmente cuando era niña por su prima Dee Dee Warwick (la hermana de la cantante Diane Warwick). Sin embargo, esta acusación no puede ser confirmada, especialmente porque la acusada murió.
Cuando Bobby Brown finalmente entra en escena, el documental toma otros colores. Frente a la cámara, el rapero estadounidense recuerda su devoradora pasión por su esposa. También trae respuestas escalofriantes que demuestran todas las incomodidades en torno a su relación. “Las drogas nunca han sido parte de la vida de Whitney Houston”, sostiene. Esta intervención marca el final de la parte divertida del documental. Luego comienza una segunda parte que trata casi exclusivamente de los problemas de adicción a las drogas y el alcohol de la cantante.
Por lo tanto, la película toma una orientación mucho más íntima, perdiendo su musicalidad. Los éxitos posteriores a los 90 se perderán, incluidas las canciones de su último álbum, I Look To You, producido con Alicia Keys y Akon. El documental se torna mucho más íntimo y menos musical que Amy, muestra los reveses del éxito de esta gran cantante, que será recordada por siempre.
Con Whitney: Can I Be Me, Kevin Mcdonald resuelve el rompecabezas enigmático de su vida, apoyado por una perspicaz visión íntima que se suma a un retrato acertado. Ilumina no sólo el lado trágico de la historia, sino también celebra el talento único de Whitney Houston.
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Una cinta no tiene que enseñar descuartizamientos o escenas excesivamente sangrientas para ser considerada perturbadora. Bastan unas palabras o una situación que te hagan ver la realidad completamente alterada para que tus sentidos queden afectados por un buen tiempo. Sigue descubriendo muchos ejemplos más de películas violentas, censuradas o políticamente incorrectas que se han ganado un lugar de culto por su carácter transgresor.