En junio de 1878, en una granja en Palo Alto, California, propiedad del magnate Leland Stanford, se llevó a cabo un experimento que cambiaría al mundo para siempre. Stanford, aficionado de los caballos, comisionó al fotógrafo Eadweard Muybridge para que brindara, a través de sus imágenes, una respuesta a la pregunta que todo el mundo se hacía entonces: ¿Al correr, las cuatro patas de un caballo se mantienen suspendidas en el aire simultáneamente?
Usando 12 cámaras alineadas y conectadas en circuito, Muybridge fotografió la carrera de un caballo en rápida sucesión. Empleando una técnica que se conocería como stop motion, Muybridge probó que, en efecto, durante un instante, el caballo se mantiene suspendido. También contribuyó, sin saberlo, a la creación de un nuevo arte: el cine.
17 años después, los hermanos Auguste y Louis Lumière presentaron una pequeña película titulada “L’arrivée d’un train en gare de La Ciotat”, a una audiencia expectante en París. La cinta causó pánico entre los asistentes, quienes jamás habían visto algo así y pensaron que serían arrollados por el tren que aparece en la pantalla. A partir de entonces, y gracias a pioneros como Georges Méliès, D.W. Griffith y muchos otros, el cine ha evolucionado de forma vertiginosa y por caminos inesperados, convirtiéndose por un lado en un arte, y por otro en una industria billonaria –generó más de 88 billones de dólares en utilidades a nivel mundial en 2015–.
Por su versatilidad y difusión, el “séptimo arte” es en la actualidad un medio de expresión fundamental, pues permite explorar cualquier tema desde cualquier perspectiva. “Si puede ser escrito, o pensado, puede ser filmado”, diría el legendario director Stanley Kubrick.
Si bien Hollywood se erigió en corazón de este arte, en Iberoamérica también ha arraigado profundamente y se ha convertido en un medio para explorar los temas que impactan a la región y a sus habitantes. Sobre la experiencia de hacer cine, las oportunidades que brinda el medio y las dificultades que enfrentan los creadores y la industria hablan siete directores, cuatro mexicanos, un mexicoamericano, un español y un estadounidense, además de una actriz originaria de la Ciudad de México:
“El cine es un macro-espejo de las sociedades y hacen falta referentes con los cuales identificarse, no solamente en términos de espectador, sino como seres humanos. El cine tiene que cumplir esa función, además de entretener”, dice Vanessa Bauche, quien ha trabajado con Alejandro González Iñárritu en “Amores perros” y Tommy Lee Jones en “Los tres entierros de Melquiades Estrada”. Bauche apunta a dos vicios del cine contemporáneo, particularmente en México: “Hay dos aspiraciones, el oscuro que se va para Europa a ganar premios y el taquillazo frívolo y ligero, sin construcción de personajes, de situaciones, de nada”.
El cine no sólo es un espejo de la sociedad, sino del artista quien invariablemente deja su visión, sus intereses y miedos plasmados en su obra. “Yo no pienso en términos ni de juicios ni de prejuicios, para mí hacer una película es defender una mirada, yo miro de esta manera y comparto esta mirada con quien quiera verla”, dice el director Jaime Rosales, ganador del Premio del Jurado Ecuménico de Cannes por la cinta “Hermosa juventud”.
Para Bernardo Ruiz, director de los documentales “Reportero” y “Lo que reina en las sombras”, el cine es una forma de explorar los temas que interesan al autor, pero que tienen un impacto en la sociedad: “Creo que cada cineasta, realizador o periodista trae una historia en su bolsillo, una historia que piensas: ‘en el momento adecuado haré aquella historia’. Yo sé que ninguna película va a cambiar el mundo pero lo que sí se puede hacer es generar un diálogo inteligente”.
Hugo Rodríguez, director de “Nicotina”, también analiza su profesión a partir del impacto que genera en la sociedad: “Yo soy un convencido de que cada cineasta, cada creador, puede encarar la temática que quiera de la forma que quiera siempre que sea positivo para el desarrollo cultural del país”, comenta.
Pocos temas han impactado tanto a México, y a América Latina, como el narcotráfico, y el cine no ha sido indiferente a esa realidad. El mexicano Jesús “Chiva” Rodríguez y el norteamericano Matthew Heineman han abordado el tema desde géneros y perspectivas distintas, pero con el objetivo común de ilustrar y comprender este fenómeno: “De cierta forma se ha vuelto como una moda. Hay mucha gente que hasta quisiera ser eso [narcotraficante] o quisiera estar desenvolviéndose ahí” dice “Chiva”, director de la ficción “Los jefes”.
El caso de Heineman y su cinta “Tierra de carteles” es especial, no sólo por lo ambicioso del proyecto –cuenta dos historias paralelas a ambos lados del Río Bravo, ambas relacionadas con el narcotráfico–, sino por el éxito que ha tenido –fue nominado al Premio Oscar 2016 en la categoría de Mejor Documental–.
“Cuando llegué a México pensé que sería una historia muy simple, una especie de western en el que hombres con playeras blancas peleaban con hombres con playeras negras. Con el tiempo me di cuenta de que la historia era mucho más compleja que eso. La línea entre el bien y el mal es muy tenue, esa ambigüedad me fascinó”.
El director siempre deja algo de sí en su obra, como demuestra David Pablos, director de “Las elegidas”, cinta presentada en el Festival de Cannes 2015: “Pienso en mis películas como mis hijos, es como dejar que mi hijo se vaya de casa. Hice la película esperando que el público se la llevara a casa y que siguiera reflexionado, que no se saliera del cine y se olvidara de ella”.
Además de la labor de construcción de la obra, que puede tomar años, una de las dificultades que experimentan los creadores tiene que ver con la difusión de la misma, encontrar canales de distribución no siempre es sencillo. “Para vender algo lo tienes que poder etiquetar y saber qué es exactamente, saber a quién va dirigido. Lo triste es que la tendencia es seguir repitiendo cosas y generar solamente zombis, no se abren brechas para nuevas propuestas. Hay una relación entre lo que pasa en el cine y que las cafeterías se vuelvan todas las mismas, no importa en qué país del mundo estés”, comenta el director de “Rezeta”, Fernando Frías.
A fin de cuentas, una película es una experiencia, tanto para el realizador como para la audiencia y consigue su objetivo cuando erosiona certezas y conduce por caminos inesperados. “Un mentor me dijo una vez: Si terminas con la misma historia con que empezaste significa que no estabas prestando atención”, dice Heineman. “Creo que es un buen consejo para la vida y para hacer cine”.
REFERENCIAS:
The Man Who Stopped Time, Stanford University, mayo 2001.
Filmed entertainment revenue worldwide from 2015 to 2019 (in billion U.S. dollars), Statista.
Entrevista con Matthew Heineman, Víctor Martínez Ranero, TimeOut México, junio 2015.
Entrevista con Bernardo Ruiz, Víctor Martínez Ranero, TimeOut México, noviembre 2015.
Entrevista con Chiva Rodríguez, Víctor Martínez Ranero, TimeOut México, julio 2015.