Bajo la perceptiva de cualquier fan, un «besa mi brillante trasero metálico» nunca va a superar a un entrañable «Douh!» o al clásico «Ay Caramba!». Incluso a pesar de que las tres frases provienen de la misma imaginación, entre ellas hay una diferencia abismal que es necesario comprender de una buena vez. Es momento de que quienes crecimos viendo ─a veces escondiéndonos de nuestros padres─ a la familia amarilla, nos alejemos de todo sentimentalismo y demos paso a la razón sólo para aceptar que “Los Simpson” no es la mejor serie de Matt Groening.
Es doloroso enfrentarnos a esta realidad, sobre todo cuando nos hemos dado cuenta de que la ironía que su creador impregnó a estos personajes los convirtió en una especie de oráculo que predijo el futuro. Nos dieron lecciones de historia, política y religión siempre con un toque de humor que nunca antes se había visto en televisión desde el 17 de diciembre de 1989, cuando la serie vio la luz por primera vez. Desde el principio es justo preguntar por qué si este programa significa tanto, nos atrevemos a escribir un artículo con semejante título.
La razón es simple, la mayoría de las predicciones y críticas contundentes hacia el estilo de vida norteamericano aparecieron durante las primeras seis temporadas ─hay quienes dicen que se puede extender hasta la octava─ ¿pero qué pasa con las 20 o 22 restantes? Prácticamente nada. En su intento por hacer que “Los Simpson” se volviera una de las series animadas más legendarias de la historia ─lo cual ya estaba más que hecho─ , Groening cayó en el grave error de convertir a sus personajes en vulgar mercancía.
Con la película de 2007 nos quedó claro que a los nativos de Springfield ya no podían hacer nada más que satirizar, todo lo que vino después del filme fue un torpe intento de retratar la era digital a la que claramente no pertenecían. Smartphones, laptops y hasta Lisa creando una nueva app, todo ello fue irrelevante comparado con capítulos tan simples como “La casita del horror VI”, en el que Homero es animado en 3D ─y hay que decir que en ese momento los Simpson ya comenzaban a presentar capítulos con temática forzada─, lo cual nos hace pensar que la serie debió terminar hace tiempo.
“Futurama”, por otro lado, aunque no tiene tantos fans como su hermana mayor, es una serie mucho más redonda. Durante las primeras tres temporadas absolutamente todos los personajes principales desarrollaron completamente sus personalidades, tanto que, si pusiéramos en una lista las frases de cada uno de ellos, fácilmente podríamos distinguir cuál es del Dr. Zoidberg y cuál de Bender B. Rodríguez, y eso apenas sabiendo lo básico.
La crítica en esta serie, aunque no lo parezca, también es un punto importante para el desarrollo de cada capítulo. Aunque aparentemente el autor se empeñó en construirla mejor que con su primer gran trabajo. En sólo 140 episodios repartidos en siete geniales temporadas, el futuro fue sólo un recurso para que el público, a veces sin saberlo, se burlase de su presente en un continuo estado de “es gracioso porque es verdad”.
El retrato de la sociedad que se presentó en la serie de aliens y robots vuelve a lo básico, a las referencias poco obvias y a las bromas elaboradas que se olvidaron en la realización de “Los Simpson” que hoy sólo se basan en coyunturas absurdas que se olvidan con facilidad, ¿o es que alguien se acuerda aún del capítulo en el que Homero se enamora de una familia de hipsters veganos antes del clásico Don Barredora?
Duele decirlo, y escribirlo aún más, pero tras pensarlo detenidamente es justo quitarle el trono a “Los Simpson” y otorgárselo a “Futurama” sólo por el simple hecho de que ésta supo retirarse con dignidad antes de convertirse en una cadena de chistes ridículos y penosos intentos de encajar con lo millennial a como dé lugar. Si es que la nueva reina de las producciones de Matt Groening tiene algo de razón, “Los Simpson” están más cerca de ser una pila de productos oficiales en un tiradero de basura intergaláctico que de ser la mejor serie de todos los tiempos… y eso en serio que es un golpe a nuestra sensibilidad amarilla.
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Referencias
Las horas perdidas
Hipertextual