A menudo muchos cinéfilos no pueden evitar el uso inconsciente o deliberado de la palabra “Hitchcnoniano”, pero, ¿qué significa este adjetivo exactamente? Cuando se considera que una película ha sido capaz de recrear la atmósfera y los elementos que emulen el estilo del afamado director británico, “maestro del suspenso”, Alfred Hitchcock, se utiliza dicho término.
Este fenómeno no es nada extraño ya que durante muchos años se ha considerado a Hitchcock un autor por mérito propio no sólo por haber sido capaz de tener un estilo y personalidad marcada en todas sus películas, sino que se considera el creador de un género cinematográfico, de ahí la existencia de una película “hitchconiana”.
Pero aquí está el debate en cuestión, ¿cómo puede alguien hacer un filme que tenga la marca de un afamado director sin necesariamente ser dicho director?, después de todo, existe una delgada línea entre la referencia, el homenaje y el plagio. ¿Cómo puede una película ser “hitchconiana”? ¿Por la temática? ¿Los planos? ¿Los personajes?, ¿todo lo anterior?
Quizá para aclarar un poco este asunto lo ideal sería analizar detenidamente algunas de las características más resaltantes de uno de los filmes más famosos en esta tendencia: “Charade” (1963) de Stanley Donen, clásico director norteamericano afamado por musicales como “Singing In The Rain” y “On The Town”, quien se atrevió a hacer esta película que combina elementos tanto del género policiaco como de la comedia romántica.
Iremos por partes: ¿qué tiene en común este filme con algunas de las películas de Hitchcock?:
Actores de primera en papeles particulares
Hubo una época en que eran los rostros de los actores que arrastraban a las personas para ver una película; actualmente quizás esta influencia existe pero no llega al del Hollywood clásico de los años 40 hasta finales de los 60. Era imposible no tener al menos un porcentaje de éxito con un buen actor en la nómina del estudio, y mucho menos teniendo dos actores de renombre como Cary Grant, el prototipo hollywoodense personificado para un papel protagónico masculino (quien además colaboró exitosamente con Hitchcock) junto a la siempre adorada Audrey Hepburn, un ícono femenino de suma belleza tan sólo comparada con el carisma capaz de cautivar los corazones de hombres y mujeres por igual.
Hepburn interpreta a Reggie, una mujer que tras el repentino asesinato de su esposo se convierte en el objetivo de tres peligrosos criminales, quienes planean recuperar un dinero robado que según ella heredó, aun cuando ella ni siquiera sabe dónde podría encontrarse dicho botín.
Una mujer con personalidad decidida y provocadora, pero al mismo tiempo vulnerable; éste es el papel que encarna Hepburn que aun sin ser rubia: personifica fácilmente una de las protagonistas femeninas de personalidad fuerte digna de un relato de Hitchcock.
Por otro lado, Grant interpreta un hombre de dudosas intenciones de incluso, múltiples identidades, su verdadero nombre es un misterio y en un momento confiesa ser un ladrón profesional de guante blanco, que casualmente es la misma profesión que interpreta en “To Catch a Thief” (1955) de Hitchcock (¿referencia quizás?); sin embargo, parece ser la única fuente protección para Hepburn que logra inspirar algún tipo de confianza.
Estética colorida y un gusto muy aristocrático
Hitchcock hizo claramente muchas películas en blanco y negro, muchas de ellas igualmente reconocidas, pero quizás estarán de acuerdo en que sus filmes más famosos como “Vertigo”, “Rear Window”, “The Man Who Knew Too Much” (el remake) y “The Birds”, fueron hechos en Technicolor, y no sólo eso, su paleta de colores era sumamente intensa con verdes y rojos predominantes, cosa que también es visible en “Charade”, ¿la chaqueta roja que usa Hepburn no se les hace icónica?
Además están los decorados; los personajes de Hitchcock a menudo se encontraban en entornos sofisticados pues algunos solían tener una situación económica privilegiada con gustos muy refinados, cosa que claramente ejemplifica Hepburn, esto no quiere decir que no se puedan usar otros lugares para crear contraste con las situaciones de peligro, como callejones oscuros y estaciones de metro.
“Charade” es un filme sumamente plácido para la mirada por sus colores; sus escenarios e incluso el diseño de los créditos y la tipografía del póster recuerdan a otros que fueron usados por Hitchcock en su momento para “Dial M For Murder” o “North By Northwest”.
Un rico Mcguffin
Nadie sabía utilizar mejor este recurso que Hitchcock, un Mcguffin se define como un recurso narrativo que permite avanzar la historia aun cuando éste no parece tener la mayor importancia dentro de la trama, es una motivación para centrarnos en el verdadero foco de interés, por ejemplo, el robo en “Psicosis” (1960).
Claro, el dinero escondido por el marido asesinado es lo que mueve la trama en “Charade” y muchos dirán que esto es muy importante, por no decir esencial, pero lo curioso es cómo éste termina en manos de los protagonistas. Casi nunca lo vemos y su forma real no es revelada sino hasta casi el tercer acto, presentándose en un objeto casi insulso que incluso estuvo ante nuestros ojos mucho antes, pero al que no le dimos la importancia merecida. Además, el asunto del dinero es más una excusa para ver cómo se desarrolla la historia de amor entre Grant y Hepburn, el cual crece a raíz de las circunstancias que los envuelven, la vulnerabilidad de ella no es más que otro motivo para pasar tiempo juntos, y es evidente la atracción que sienten el uno al otro.
Construcción del suspenso
Junto la inconsistencia que presenta Grant, que constantemente parece cambiar de bando, más la serie de asesinatos sospechosos de los cuales no tenemos idea de quién podría ser nuestro verdadero antagonista, esto crea una atmósfera inquietante que no te permite alejarte ni un segundo de la pantalla; existe una incertidumbre a la que se le suman nuevos misterios con situaciones extraordinarias y giros inesperados, desde intentos de secuestro, persecuciones hasta muertes imprevistas. Una pesadilla que se convierte en una encrucijada donde reina el suspenso: éste es un de los puntos más importantes para que una película tenga algún toque de Hitchcock; debe existir una situación donde el espectador sepa más información que nuestros protagonistas y ponerlo en una situación de vida o muerte que nos haga imposible no gritarle a la pantalla.
Clímax con los protagonistas en una situación de peligro en un lugar icónico
Bastante específico este punto, incluso podría sonar hasta ridículo si se deja sólo esto y se eliminan todos los puntos anteriores, pero para que una película como ésta funcione todos los altercados anteriores tienen que converger finalmente en un solo sitio, y tiene que ser en un lugar memorable, visualmente atractivo, donde la estructura pueda ser usada tanto a favor como en contra de los protagonistas.
Puede que Hitchcock haya usado la Estatua de la Libertad, el Monte Rushmore o el Puente de Golden Gate, lugares sumamente icónicos, pero como “Charade” está ambientada en Francia lo lógico era utilizar lugares atractivos, pero que además puedan ser tanto atractivos como verosímiles para la historia, caso como La Comédie-Française donde se desarrolla el clímax.
En conclusión, definitivamente Donen supo aprovechar todos los recursos a su disposición, no sólo para llevar a cabo un filme exitoso y memorable, sino que está cargado de una particular atmósfera que incluso da la sensación de tener el inconfundible sello de Hitchcock. ¿Es un homenaje o parodia inteligente? ¿Es ambas cosas o ninguna?
Sigue la duda si con esto podemos dar con la creación de un nuevo género cinematográfico, en el que “Charade” no es el único ejemplo en el que se usa alguno de estos recursos, quizás haya otros aún no mencionados en esta entrada, ¿se te ocurre otro ejemplo? Compártelo en los comentarios.
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